Nosotros somos de la tierra

Ahora, siete años después de estos acontecimientos, nuevas generaciones comienzan a luchar, nuevos hechos requieren que la memoria histórica no se detenga y continúe denunciando los abusos y los daños que instituciones y niveles de gobierno ocasionan con cada reforma, con cada nueva ley, con cada nueva política, con cada fraude, con cada gabinete, en cada paso que dan. Es preciso que la memoria se mantenga fresca, que los hechos y las enseñanzas de aquel Atenco ultrajado no se pierdan en una nota periodística. La memoria debe servirnos para aprender y para llenarnos de dignidad, porque ninguno de los integrantes del FPDT se resignó, nadie dejó de luchar por la liberación de los presos, de exigir justicia, nadie dejó de defender su territorio, nadie se vendió y además fueron las mujeres integrantes de esta organización social quienes encararon a Enrique Peña Nieto para responsabilizarlo por los agravios sufridos. Doña Trini y Marta levantaron la voz, sostuvieron la mirada y con firmeza señalaron al culpable que ahora es presidente. Y siete años después son los medios de comunicación independientes quienes hemos empezado a romper el cerco, quienes llevamos esta enseñanza a otros pueblos, a otros rincones del país, quienes insistimos en abrir espacios para comunicar e informar de lo que acontece. Siete años después, quienes vivimos la experiencia de un operativo de tierra arrasada (como antes el pueblo argelino o el vitenamita habían sufrido) estamos de pie y seguiremos insistiendo en que se haga justicia, en que los responsables paguen por sus actos, estaremos de pie para sostener la memoria.

Por eso la campaña Recuerdo Atenco, porque los agravios comienzan a no olvidarse y hombres y mujeres se han dado a la tarea de planificar esta campaña. Porque se ha reactivado el proyecto de construcción de un aeropuerto, porque se priva del acceso al agua a comunidades enteras en la región, porque se planea la construcción de una zona habitacional llamada Ciudad Futura; por que todo eso se planea sin consultar a los pueblos que ahí viven y conviven.