Familiares de desaparecidos encuentran osamentas cerca de Chilpancingo

Por Alina Navarrete Fernández

Se conocen unas más que otros, son de distintas partes del país, pero tienen algo en común: buscan a sus familiares desaparecidos. El Colectivo Madres Igualtecas en busca de sus desaparecidos realizó una brigada para localizar fosas clandestinas en los municipios Chilpancingo y Eduardo Neri de Guerrero. La brigada contó con el apoyo del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello y lograron ubicar, al menos, dos osamentas en la carretera Ejido de Coapango.

Unos cien familiares de desaparecidos participaron en la búsqueda; el 22 y 23 de abril, fueron acogidos en el Centro de Derechos Humanos (CDH) Minerva Bello, ubicado en la avenida Gobernadores, en la capital de Guerrero. Desde ahí se trasladaron primero a Xochipala, en el municipio de Eduardo Neri; y luego a la carretera Ejido de Coapango, municipio de Chilpancingo. Les acompañaron dos patrullas de la policía estatal. La brigada de búsqueda comenzó el lunes 22 de abril y concluyó el viernes 26, lapso en que los familiares también realizaron actividades en Taxco e Iguala.

Mujeres, hombres, algunos jóvenes, otros viejos, conviven entre sí y con quienes se acercan. Aunque son accesibles, el miedo les previene de dar sus nombres, les hace cubrir sus caras, pedir que sus rostros no figuren en fotografías. Conocen los riesgos a los que se enfrentan y, sin embargo, no pretenden dejar de buscar a sus familiares.

Ivette Melissa Flores Román tenía 19 años cuando fue detenida por sujetos encapuchados en su casa, en octubre de 2012, en Iguala; Miguel tenía 17 años cuando desapareció seis días después del huracán Paulina en Chilpancingo, ahí mismo desaparecieron otros dos jóvenes de 22 y 24 años en el 2000. En Iguala, un joven de 22 años desapareció en el 2013, un año antes de los ataques a estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Sus familiares se unieron a la brigada de búsqueda con la esperanza de encontrarlos aunque sea en fosas clandestinas.

No todos los que participaron en la brigada son de Guerrero, aunque la mayoría de las desapariciones sucedieron en ese estado suriano en el que convergen 20 grupos de autodefensas y 18 grupos de la delincuencia organizada, según informes del gobierno estatal.

Los familiares prefieren no dar detalles de los casos, incluso los nombres. Desconfían de las autoridades porque cuando acudieron a ellas para denunciar las desapariciones «nos dieron la vuelta» comentan. Sólo confían en el Colectivo Madres Igualtecas porque creen que así, unidos bajo el mismo objetivo, en comunidad, lograrán encontrar a sus hijos, hijas, sobrinos, nietos.

El Colectivo Madres Igualtecas contó con el apoyo del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello. Foto: Alina Navarrete Fernández.

Los obstáculos

La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) no entregó los recursos que los familiares de desaparecidos le solicitaron por escrito con dos meses de anticipación. Cada uno debió recibir una cierta cantidad de dinero que se juntaría para pagar camionetas que fueron rentadas para trasladarlos a los puntos que se determinaron para realizar la búsqueda. Tan sólo el 23 de abril, el colectivo adquirió una deuda de 56 mil pesos ya que cada vehículo se renta en siete mil pesos por día. También fue necesario comprar alimentos.

La representante del Colectivo Madres Igualtecas, Sandra Luz Román Jaimes, informó que fue necesario que los familiares pidieran apoyo a organizaciones, pero también pusieron el dinero de su bolsa; además, una comisión se encargó de botear en Chilpancingo para poder cubrir los gastos de transporte, mientras que los enlaces directos con la CEAV amagaron con tomar casetas si las autoridades no garantizan el depósito correspondiente.

La situación económica no fue la única que se interpuso entre los familiares y su objetivo. La Secretaría de Protección de Civil de Guerrero no cuenta con equipo de rapel y rescate ni con personal capacitado para realizar descensos de más de siete metros de profundidad. Esto impidió que el primer día de la brigada hubiera un avance significativo pues, a pesar de que se ubicó una fosa clandestina en una cueva natural sobre la carretera Ejido Coapango, no fue posible concluir la búsqueda.

Ante la situación, los familiares optaron por pedir ayuda de la Brigada Humanitaria de Paz Marabunta que envió a dos de sus integrantes con el equipo necesario para asistirlos en la búsqueda; sin embargo, esto supuso un retraso del itinerario establecido. El segundo día en Chilpancingo resultó lento y complicado.

El punto donde se ubicó la cueva natural usada como fosa clandestina se encuentra a una hora y media de distancia de la capital; se trata de una zona cercana a la sierra, en la que abundan la tala de árboles y los fuegos forestales. La carretera es de terracería, la temperatura desciende rápidamente con la puesta de sol y no hay señal telefónica, por lo que se trata de un punto lleno de riesgos.

Los familiares fueron acompañados al lugar por integrantes del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, la Brigada Marabunta, peritos de la Fiscalía General del Estado de Guerrero y policía estatal; ahí llegaron poco después de las tres de la tarde y hasta las ocho de la noche una comisión esperaba a que concluyeran las diligencias correspondientes.

El director del CDH Minerva Bello, José Filiberto Velázquez Florencio, informó que en el punto señalado se encontraron dos osamentas completas. El lugar estaba lleno de basura que sería examinada para descartar que entre los desechos hubiera más restos humanos. «[El hallazgo] es muy significativo porque a las madres les da esperanza, aunque las madres no están envueltas en el meollo de estar ahí rascando, con el simple hecho de estar aquí presentes eso implica para ellas que están haciendo algo por encontrar a sus hijos], comentó.