Fue la madrugada del 7 de enero cuando elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF), incluido el cuerpo de granaderos, llegaron al centro cultural autogestionado Chanti Ollin con la intención de desalojarlo. En el operativo no sólo participó la policía del Distrito Federal sino también un grupo de golpeadores presuntamente pertenecientes a la asamblea de barrios quienes –al amparo de los policías– ingresaron al inmueble a insultar, golpear y robar a los habitantes del lugar.
El actuario que encabezó el operativo no presentó nunca una orden de desalojo, tal y como lo indica la ley, ni permitió a los habitantes de la casa presentar los documentos y amparos que poseen. Tras ser golpeadas y amenazadas, diez personas fueron consignadas al Ministerio Público número 2 de Cuauhtémoc (MP CUH-2), ubicado en el edificio de la delegación. Les imputaron tres cargos: resistencia, daños y ultrajes a la autoridad; los policías denunciaron tener manchas en sus uniformes, tras ellos mismos patear los botes de pintura que se encontraban en el lugar.
Aproximadamente a las once de la mañana los detenidos permanecían incomunicados en el MP y se les negaba la posibilidad de tener un abogado. Fue hasta que llegaron al lugar alrededor de cincuenta personas solidarias que se permitió la comunicación con lxs presxs y que se le entregara un inhalador para el asma a una de las detenidas. Una comisión fue recibida por la fiscalía delegacional, encabezada por Claudia Cañizo.
Ante el desalojo y la represión, organización
Hacia las cuatro de la tarde, a las afueras del Chanti Ollin llegaban cada vez más personas a solidarizarse y a formar un cerco en medio de lo que antes ocupaba el edificio: materiales de reciclaje, muebles, carteles, equipo de computo, materia prima para la panadería autogestiva, juguetes de los niños que ahí habitan… todo lo que sin ningún respeto fue arrojado a la calle.
Tras una conferencia de prensa en la que se comunicó la situación de los presos, también se informó que dentro del inmueble permanecían aproximadamente ocho de los golpeadores que, con total impunidad y desenfado, se paseaban y asomaban por las ventanas y balcones del edificio.
Daban ya casi las seis de la tarde cuando el Chanti fue recuperado, las personas que permanecían dentro quedaron bajo custodia de la policía en presencia de un representante de derechos humanos, valdría la pena saber si efectivamente fueron consignados, ya que previamente habían actuado cobijados por la policía.
Pero ahí no se detuvieron las agresiones por parte del gobierno y de la policía, una comisión de unas cuarenta personas caminaba sobre avenida Paseo de la Reforma –hacia el MP, para exigir la liberación de los detenidos– cuando fue interceptada por elementos de la policía de tránsito, quienes comenzaron a empujarlos. En cuestión de segundos, llegaron corriendo cientos de granaderos que golpearon con saña a los participantes e hirieron gravemente a cuatro personas. Varias de las personas que se manifestaban fueron trasladadas al Juzgado Cívico de San Cosme pero no se les consignó porque estaban severamente golpeadas, lo cual incriminaría a los policías en lo que fue un ataque planeado e injustificado.
La barricada cultural
Desde la mañana del 8 de enero se convocó a artistas, músicos, colectivos y personas solidarias a resguardar el edificio recuperado; se hizo frente al agravio con poesía, baile, música y otras expresiones artísticas.
Mientras tanto, de los diez detenidos, cuatro fueron puestos en «libertad bajo caución» en el transcurso de la madrugada. Se tuvo que pagar un rescate de más de diez mil pesos por cada uno (en el entendido de que estaban siendo privados de su libertad ilegalmente, al no haber cometido delito alguno, y de que fue una detención por consigna). Fue hasta las ocho de la noche, aproximadamente, que fueron liberadas las seis personas que permanecían detenidas.
Músicos de la montaña de Guerrero tocaban en un escenario surrealista: el circuito interior, una de las arterias más grandes de ciudad monstruo, era la escenografía de la barricada hecha por botes de pintura, muebles, trastos, lonas, costales con semillas… hubo baile para mitigar la rabia ante la injusticia, el despojo y el abuso que son el pan de cada día para los de abajo en todos los rincones del planeta.
Chanti Ollin, «la casa en movimiento» resiste y se organiza, se reconstruye con todos y todas y deja, ante todo, una lección de dignidad y fuerza de todxs lxs que creemos que otro mundo es posible.
Lo que son es unos huevones y buenos para nada. Como ya no pudieron seguir tomando la UNAM, se fueron a meterse ilegalmente a un edificio, que si bien abandonado, tenía dueño y ahi están las consecuencias. Si tanto quieren conectarse con la naturaleza, vayanse a la selva con los zapatistas, no en medio de la ciudad, DUH!
Por un lado son anticapitalistas y por el otro piden apoyo monetario? hahahahaha
Es entendible que no les guste el capitalismo, es un sistema en donde tienes que trabajar y servir de algo a la sociedad, algo que su holgazanería no les permite hacer.