Jorge Barrera

Por Heriberto Paredes Coronel

Tuve noticia de Jorge a partir de las listas de detenidos que anunciaban a los que permanecerían recluidos en el ReNo. Antes de este momento no había reparado en él, no por desconsiderado sino porque la brutalidad de aquellos días era alarmente y lo cubría todo.

Pero una llamada cambió la situación de impersonalidad y dotó de una historia futura la relación con Jorge: una amiga en común me contactó para pedirme ayuda en la difusión de su caso, para explicarme que él, era un hombre de bien que había estudiado en la misma escuela y en la misma carrera. Era un gran amigo y necesitaba que por todos los medios se diera a conocer la injusticia que se cometía al no ponerlo en libertad.

Poco a poco fui conociendo más sobre la vida de Jorge; supe, por ejemplo, que tenía compañera y una hija pequeña a la que quiere más que a todo en la vida; supe -y esto a través de una entrevista a su compañera- que le gustaba correr y que era un buen lector. Supe que habíamos compartido, sin saberlo en aquel entonces, los ideales y algunos episodios de aquella lejana huelga universitaria de 1999-2000; a través de estas primeras comunicaciones fui haciéndome un retrato de un Jorge que permanecía preso injustamente.

A pesar de los intentos para ingresar a la visita y concoerlo, su imagen no se desvaneció y se mantenía a través de las palabras que su familia o de lo que sus amigos me comentaban a la salida, en la explanada de ese reclusorio. A partir de platicas con nuestra amiga en común me enteré también de que Jorge era hasta el día de su detención, un funcionario público, y desde entonces no se me quitó de la mente lo complejo que puede ser vivir este encierro y esta criminalización, junto con el dilema de tener que trabajar para una institución y al mismo tiempo comulgar con ideas políticas de verdadera izquierda. Sobrevivir bajo este dilema no es nada fácil y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Pero tan sólo se trata de escribir un poco de la persona que aún sigue en proceso penal y que corre el riesgo de ser sentenciada negativamente, se trata de mostrar cómo ahora, a la distancia de aquel encierro y nuestro encuentro sellado con unas cervezas, las cosas se complejizan, se prolongan y se estancan. Su libertad total está determinada por un sistema de justicia injusto. Haremos lo posible para que la realidad de nuestro amigo sea la de una vida con las posibilidades aún por experimentar, una vida sin condenas que purgar.