La visita de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, ha dejado mucho que desear respecto a la coherencia de su discurso con la práctica. Dice estar del lado de los pobres pero asiste a ceremonias fastuosas con la primera línea de la corrupción en México, luego vienen los baños de pueblo.
Investigaciones periodísticas de Aristegui Noticias y el semanario Proceso develaron una compleja cadena de corrupción entre la Iglesia y el Estado: el presidente de la república contrajo matrimonio con Angélica Rivera en medio de una serie de irregularidades sobre la anulación de su anterior matrimonio, mismo que el Tribunal de la Rota Romana calificó como «craso simulacro de justicia», refiriéndose a la prohibición de ejercer el sacerdocio que se impuso al padre José Luis Salinas.
La primera dama afirma que ese matrimonio fue inválido desde un principio porque no siguió los protocolos, no obstante tanto el sacerdote como los asistentes a aquella ceremonia manifestaron lo contrario. El padre Salinas falleció el año pasado esperando la justicia que la Arquidiócesis Primada de México le negó; había expectativas sobre un pronunciamiento del Papa al respecto, pero nada, sólo tibias críticas a la corrupción desde Palacio Nacional y un llamado a los jerarcas eclesiásticos a no ser «funcionarios de la fe».
Luego fue a Chiapas, lugar donde conflictos religiosos han costado vidas y donde un grupo de personas indígenas lo recibió de rodillas, a él y al gobernador Manuel Velasco junto a la actriz Anahí. Tan lejos y tan cerca de las comunidades zapatistas, donde ni de broma un indígena se le hincaría al gobernador del estado, que no gobierna en territorio zapatista porque ahí «el pueblo manda y el gobierno obedece».
En su visita a Michoacán, el Papa retomó el discurso reivindicador hacia los pueblos indígenas reconociendo la figura de Vasco de Quiroga. Pero nuevamente los indígenas fueron la atracción, primero el protocolo con el gobernador Silvano Aureoles y los cantantes de la farándula antes del encuentro con religiosos en el estadio Venustiano Carranza de Morelia.
Se acuerdan de Los 43, los fieles
Un acto espontáneo y emotivo tuvo lugar minutos antes del arribo del Papa al recinto: uno de los cantantes que animaban el evento pidió un minuto de silencio por los 43 estudiantes normalistas desaparecidos. El conteo rompió el silencio que había interrumpido la algarabía de los asistentes para recibir al Papa. La acción contrastó con la postura de El Vaticano.
Los fieles superaron a la institución religiosa e hicieron visible uno de los rasgos más obscuros del Estado mexicano: impunidad ante la desaparición forzada. No obstante, el Papa Francisco calificó como «infantil culpar al Estado» por la desaparición de los normalistas.
«Uno, dos, tres…» inició el conteo un grito anónimo que fue secundado por gran parte de los presentes; la cuenta terminó en el número 43 y en la petición de oraciones por los estudiantes desaparecidos a manos de fuerzas del Estado desde septiembre de 2014. Tras la llegada del Papa al estadio vino la ceremonia religiosa y luego el traslado a Catedral donde el presidente municipal, Alfonso Martínez, le entregó las llaves de la ciudad.
¿Laudato Si?
Contradictorio que el Papa Francisco llame a defender el medio ambiente en el Laudato Si, pero que reciba las llaves de manos de un gobernante que se jacta de ser ciudadano aunque afirma que terminará el Ramal Camelinas porque «ya han pasado muchos años y se ha perdido mucho dinero», esto en referencia a un túnel que conectará el sur de la ciudad con la zona más cara para vivir en Morelia, es decir, se trata de una obra cuyos beneficiarios son pocos en relación al gasto que se ha destinado pero que traería graves consecuencias ecológicas.
La culminación del Ramal Camelinas, obra que acabaría con uno de los últimos pulmones de la ciudad, traería problemas de abastecimiento de agua y la posibilidad de un derrumbe por la falla geológica que atraviesa el proyecto. Se han erogado 1,400 millones de pesos en este proyecto que grupos opositores, como el Movimiento Ciudadano en Defensa de la Loma, afirman que representan un riesgo de derrumbe, sustentando sus dichos en estudios de la UNAM.
Recientemente el grupo opositor emplazó al cardenal de Morelia, Alberto Suárez Inda, a manifestar su opinión al respecto, argumentando que es una obra que afecta el medio ambiente y que les gustaría saber si la postura de la Iglesia local concuerda con los postulados del Laudato Si. El cardenal no se ha manifestado al respecto.
El Ramal Camelinas es una obra que está a cargo de Tradeco, empresa conocida por su tráfico de influencias y consentida en la construcción de obras durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón, quien estuvo presente en la misa del estadio Venustiano Carranza.
Religión y crimen organizado
Siguiendo la visita del jerarca católico a Morelia continuamos con el último evento, la reunión con jóvenes en el estadio Morelos. Ahí el Papa llamó a «no resignarse», a «no permitir ser pisoteados», «a luchar por los sueños» y a «no caer en las redes del crimen organizado».
Horas antes, en la misa que tuvo lugar en el estadio Venustiano Carranza, estuvo presente Rodrigo Vallejo, hijo del ex gobernador Fausto Vallejo, ligado a Servando Gómez «La Tuta», ex líder de Los Caballeros Templarios, grupo criminal con tintes religiosos y características propias de una secta.
A pesar de que el evento era con personas que se dedican a actividades religiosas, tanto Felipe Calderón como Margarita Zavala y el hijo del ex gobernador pudieron colarse. No así las señoras que asisten a misa cada domingo pero que por no formar parte de la Iglesia no fueron invitados. Un día antes hermanas religiosas de una congregación de Morelia que tiene a su cargo un hospital aún no recibían los boletos y tenían en duda su participación.
Los jóvenes que hablaron ante el Papa le expusieron un escenario de falta de oportunidades, ante lo cual el jerarca católico los llamó a no renunciar a sus sueños.
Al final del evento tuvo lugar un espectáculo colorido y rimbombante, muy al estilo de las clausuras de eventos deportivos como las Olimpiadas, donde elementos alusivos a los atractivos turísticos de Michoacán se hicieron presentes: mariposas monarca, pescadores, p’urhépechas de gala, danza de los viejitos. El Papa se despidió de Morelia en un estadio lleno de algarabía, lejos de los campos de Policía y Tránsito, donde comerciantes lamentaban que la comida se les echara a perder ante la poca afluencia de visitantes.
Así se vivió la visita del líder católico en Morelia, con discursos tibios y contradicciones entre el decir y el hacer. El Papa Francisco es el representante de una Iglesia que ha perdido fieles en México, lo cual ha quedado de manifiesto no sólo por el último censo del INEGI, sino por la afluencia mucho menor a la esperada en sus eventos.
En el trayecto que siguió el Papa en Morelia cabe resaltar la pega de calcomanías con tramposas alusiones al slogan del gobierno federal: «Estamos Transformando a México»; en ellas aparecía la bandera de México y la del Vaticano con la leyenda «Bienvenido SS Francisco. Participamos juntos para transformar a México». No obstante, no hay un sello oficial en las calcomanías.