La noche de este 26 de enero fueron liberados los 30 normalistas michoacanos que permanecían presos en el penal de Mil Cumbres, cercano a la ciudad de Morelia, luego de haber tenido una estadía en un penal federal en Hermosillo, Sonora. Fueron detenidos el 7 de diciembre de 2015 y enviados con celeridad a un penal lejano de sus familiares, contraviniendo las condiciones para una reinserción social.
Familiares y amigos los recibieron afuera del penal y el plantón al lado de la catedral les dio una calurosa bienvenida. Al lugar acudió Juan José Ortega Madrigal, líder de la Sección XVIII de la CNTE, quien pidió una disculpa por haber demorado tanto en liberar a los estudiantes y anunció la radicalización de acciones si el gobierno continúa con la escalada represiva. También adelantó que darán una efusiva bienvenida a la caravana de padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa en los próximos días.
Uno de los 30 estudiantes liberados, quien pertenece a la Normal de Arteaga (pidió no mencionar su nombre por miedo a represalias) recordó las irregularidades que se dieron durante su detención.
Las detenciones se dieron con uso excesivo de la fuerza y maltrato psicológico, recuerda. «Putos estudiantes, ya se los llevó la verga», les decían los elementos de la Fuerza Ciudadana que los trasladaron, con engaños. «En principio nos dijeron que nos bajarían en la caseta de Zirahuén, a dos kilómetros de donde nos detuvieron».
«Cuando nos llevaban a Barandilla una compañera empezó a convulsionar de los nervios, y los policías le decían ‘Ándele, qué bueno, que se la lleve la verga’, se burlaban de ella lejos de brindarle ayuda. Eran elementos de la Fuerza Ciudadana, además nos escoltaban policías federales y hasta antimotines había en el autobús donde nos trasladaban».
El normalista asegura que se violaron sus derechos porque nunca le informaron las razones de la detención. Afirma que hubo graves maltratos físicos y psicológicos ya dentro de las instituciones supuestamente encargadas de impartir justicia.
La liberación se dio por falta de elementos para procesar, sin embargo, «hay posibilidades de que nos puedan volver a detener», reconoce. «Dijeron que nos detuvieron por portación, pero a nadie se le encontró nada. Dijeron que en el autobús, pero es sencillo sembrar pruebas».
Considera el normalista que la siembra de pruebas es una táctica del Estado para desmovilizar a las personas que luchan por sus derechos. «No somos delincuentes, somos estudiantes. Ningún estudiante merece ser tratado de la forma como nos trataron».
«No me queda más que agradecer a las personas que lucharon por nuestra liberación. Hagan conciencia, no todo lo que les platica la televisión y los medios de comunicación amarillistas es cierto. Les pido respetar las luchas y los derechos humanos de quienes deciden resistir».
Paradójicamente, la liberación de los 30 normalistas se da cuando se cumple un año y cuatro meses de la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal «Raúl Isidro Burgos» de Ayotzinapa, Guerrero, de quienes hasta el momento no se sabe su paradero.
Adelante compañer(a/o)s. Adelante mexicanos. Con cariño un abrazo.