Por Viviana MK
La mañana del domingo 24 de agosto de 2014, un grupo de activistas y colectivos en favor del respeto por la vida animal, se manifestaron para solicitar el cierre del Zoológico de Chapultepec. Los hábitats de lxs animales se encuentran en pésimo estado, sin embargo lo que lxs activistas exigen no es mejorar las condiciones del lugar, sino terminar con las diferentes formas de explotación y esclavitud. En esta ocasión se trata del especismo, práctica que consiste en jerarquizar las formas de vida, discriminando a unas en favor de otras.
La tendencia a la explotación —señalaron—, surge gracias una estructura de organización social antropocentrista que sitúa al ser humano —y no cualquier humano, sino a un sujeto privilegiado en cuanto a clase, raza y género— como parámetro de toda circunstancia, y lo posiciona en un estrato superior al de otras especies. Lxs activistas cuestionan el hecho de que cause indignación la esclavitud humana, y no la animal, pues consideran que la existencia de estos seres no está subordinada al entretenimiento, el servilismo o la alimentación de los seres humanos.
Lxs manifestantes se reunieron en la estación del metro Auditorio aproximadamente a las 10:30 de la mañana. Uno de ellos cuenta que un hombre con un radio y vestido de civil lo interrogó mientras esperaban a lxs demás compañerxs. Curiosamente, este sujeto ya sabía a dónde se dirigían pues le preguntó si venían «a lo del zoológico» y el número de personas que esperaban. Cuando por fin se terminaron de reunir, caminaron hacia la entrada del Bosque de Chapultepec lanzando consignas y cargando pancartas. Mientras se acercaban, otro elemento de seguridad se acerco a preguntarles por él o la responsable de la marcha, y aunque acordaron que no había líderes, ni organizadores, una joven se ofreció a darles su nombre, el cual no mencionaremos por respeto a su privacidad.
Acceso denegado
Para sorpresa de lxs manifestantes, ninguna puerta del Bosque se encontraba abierta. Solicitaron el acceso de manera tranquila y preguntaron la razón por la que no se podía pasar. La mujer policía que vigilaba la puerta, se limitó a decir que eran órdenes que ella recibía. La violación al libre tránsito por parte de las autoridades del Bosque provocó que los visitantes del zoológico reaccionaran de manera violenta, curiosamente, hacia lxs manifestantes, pues no podían ni entrar, ni salir. Empujaron a algunxs manifestantes y dañaron equipos de documentación, además de soltar insultos, en especial, en torno a la apariencia física de lxs activistas.
Durante la manifestación, se corrió el rumor de que las órdenes de cerrar el zoológico provenían de un funcionario al que apodan «El manotas Yépez», que según se rumora, tiene planes de echar a lxs comerciantes ambulantes que trabajan dentro del Bosque, debido a los planes de privatización.
Lxs activistas se instalaron durante unos minutos más frente a la puerta de acceso que da hacia la Casa del Lago, pero más tarde decidieron instalarse lejos de la entrada para evitar que se les responsabilizara por el bloqueo, ahí se dedicaron a repartir información a las personas. Finalmente, lxs activistas declararon, en su mayoría, que la esclavitud animal es un problema de importancia política e hicieron la invitación a replantear la pertinencia de nuestros cuestionamientos y propuestas en la construcción de un mundo libre de opresiones.
Más información:
- Sobre el mal estado en que viven lxs animales, se recomienda leer el artículo: «Chapultepec, la soledad de los animales».
- En este enlace, también podemos encontrar artículos científicos que hablan sobre la Trichinellosis, una enfermedad que padecieron algunos mamíferos del Zoológico de Chapultepec en 1996 por la falta de medidas sanitarias adecuadas.
Felicitaciones por la jornada de concientización en torno a los animales. Desafortunadamente el mundo funciona en detrimento de todas las especies y a costa de sus ecosistemas. Nosotros trabajamos en una A.C. en Chicoloapan, Estado de México y enfrentamos la falta de interés – sensibilidad de parte de autoridades.
Reciban un abrazo.
Martha B. Torres