Se enciende el fuego de la autodefensa feminista en el Estado de México

Texto: Dirce Navarrete
Fotos: Miguel García Q. y Manuel Amador

En el marco de la conmemoración combativa del día internacional de las mujeres, este 5 de marzo del 2016, diversas organizaciones realizaron una jornada de actividades para seguir denunciando la violencia feminicida que se vive en la entidad más peligrosa para ser mujer en nuestro país: el Estado de México.

Estamos generando este movimiento dentro de la periferia urbana. Salimos a gritar, a marchar y prestar nuestro rostro indignado a las mujeres que la violencia machista les ha desdibujado, a las que su cuerpo les han mutilado, a quienes han embolsado y arrojado al bordo, a quienes las han baleado a plena luz del día y que se les ha aniquilado, ahí junto a un Estado omiso y una sociedad indolente en su silencio. Por eso salimos hoy a las calles para recuperar nuestra dignidad.

A la una de la tarde, el metro Ciudad Azteca fue el punto de reunión de muchas mujeres que con ruidos de silbatos, consignas y canciones feministas —y a pesar del inmediato cerco policial—  emprendieron la acción ¡Silba, grita y organiza! en Ecatepec, municipio en el que, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, entre 2012 y 2015 se han registrado 183 feminicidios y 400 mujeres han sido desaparecidas; lo cual representa el 25% a nivel estatal.

La actividad se realizó desde la estación Ciudad Azteca hasta Pantitlán, abordando las líneas B y 5 del metro. Ante la mirada desconcertante de mujeres y hombres que transitaban por éstas, las colectivas feministas compartieron silbatos para la autodefensa, datos, información y cantos con un mensaje contundente:

No vamos a esperar una vez más a que vengan a «salvarnos» aquellas instituciones que son las mismas que reproducen y legitiman la violencia machista, ¡lo vamos a hacer nosotras! Llamamos a la organización y a la autodefensa. Apostamos e invitamos al «si te defiendes nos defiendes a todas», asumiendo que esto sólo será eficaz cuando luchemos por la vida a nivel colectivo. Nuestra principal estrategia es encontrarnos, aprender a reconocer en las otras posibles aliadas. Si la violencia es sistemática, nuestra organización también debe serlo.

Los bailes no se hicieron esperar, la alegría parecía desbordar  y las complicidades feministas que se empezaron a formar cantaron cada vez más fuerte y con menos miedo. Con tonos típicos de los pregones vagoneros, las participantes buscaron cuestionar aquellos mitos que justifican la violencia y culpabilizan a las mujeres de la violencia que viven: «Que no le digan, que no le cuenten que sólo somo 43, somos muchas más las asesinadas y desaparecidas todos los días», «que no le digan que no le cuenten que los cuatro asesinatos a la semana de mujeres en el Estado de México son casos aislados», «que no le digan, que no le cuenten que los piropos son algo que debemos admirar». Y sobre todo, buscaron dejar en claro que entre mujeres se pueden organizar para defenderse entre todas, en manada.

Señora ama de casa, mujer trabajadora, joven, niña: el día de hoy le venimos manejando el silbato para la autodefensa colectiva. Porque estamos hartas de tanta violencia. Porque estamos cansadas de que nos digan que no pasa nada. Porque ya no vamos a seguir soportando la violencia contra nosotras. Esta vez, ¡nos vamos a defender! Si te agrede ¡silba ya! Si te persigue ¡silba ya!  Si te acosa ¡silba ya! Si escuchas el silbido, todas respondemos. Y nos organizamos, así nos defendemos.

El contingente crecía, la rabia se esparcía. Cerca de las 3 de la tarde, el contingente llegó al palacio municipal de Nezahualcóyotl, otro de los municipios donde la Alerta de Género solamente ha tenido un uso político para acallar a las organizaciones internacionales y nacionales que colocaban al Estado de México en el centro de la discusión, pero donde el fenómeno de estas formas de violencia hacia las mujeres continúa.

En este lugar se realizó un performance cuyo objetivo fue abordar los feminicidios que ocurren en el seno familiar, donde parejas y ex-parejas hombres asesinan a las mujeres por «celos» o por «infidelidades» y continuamente se encubren estos feminicidios con el nombre de «crímenes pasionales». Con esta actividad se dio inicio a la caminata por las principales avenidas del municipio, tomando aquellas calles consideradas de mayor peligro para las mujeres de este lugar. Las consignas interpelaban a las y los vecinos, quienes por las ventanas  observaban acciones que casi nunca se ven allí. Las mujeres empapelaron, pintaron y dibujaron siluetas en la calle, en las bardas, en los postes; todo anunciaba la llegada de una fuerza feminista que con rabia pero con alegría gritaba: ¡Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!

Estamos furiosas contra una sociedad que nos ha educado ser para otros antes de ser para nosotras mismas, una sociedad indolente y cómplice con su silencio; estamos rabiosas contra una sociedad que no nos ha enseñado a defendernos cuando nos están agrediendo; estamos indignadas porque esa misma sociedad nos ha inculcado la idea de que si nos golpean, violan o asesinan, siempre será nuestra culpa. Reconocemos que somos las únicas capaces de terminar con este ciclo de violencia hacia nosotras. Ante un Estado criminal y omiso, nuestra rabia, nuestra alegría y la organización es la esperanza.

La conmoción empezó a aumentar cuando el sendero se volvía cada vez más desolado: se acercaban al canal de aguas negras llamado el Bordo de Xochiaca. En la frontera entre Neza y Chimalhuacán, Irinea Buendía —activista que ha logrado llevar a la Suprema Corte de Justicia el caso de su hija, quien fue asesinada por un policía judicial del Estado de México— mujer guerrera que representa esperanza y lucha, recibió con emoción al contingente que había llenado por aproximadamente dos horas de ruido feminista esa zona inundada de un silencio criminal y cómplice, tanto del gobierno como de la sociedad en general.

Nos hemos unido todas y todos, hemos unido nuestras voces, unimos nuestros esfuerzos en una resistencia para parar los crímenes que se están cometiendo contra nosotras. No aceptamos, no toleramos que nos sigan matando, desapareciendo, violando y torturando. Todas y todos nos movilizamos para parar la violencia sistemática en contra de nosotras, la mitad de la humanidad. Convocamos a todas y todos a crear una comunidad de apoyo y solidaridad mutua, a crear un ambiente combativo y de esperanza.

Con lágrimas en los ojos, con rabia compartida, pero con un ánimo de sororidad que inundó el desolado lugar, pisando el mismo suelo que pisaron por última vez miles de nuestras hermanas, inició el performance Rostros de Fuego: del Bordo a la esperanza. El corazón se sentía encendido como las antorchas que, simulando la figura de una ave, acompañaban los pasos y las voces de las madres, las hermanas, las hijas, las amigas de víctimas de feminicidios en el Estado de México, quienes una a una compartieron sus historias, dándoles rostro y voz a aquellas mujeres que callaron pero que jamás podrán hacernos olvidar.

Soy Karina. Tan solo tenía 13 años de edad cuando me violaron. Mi agresor me amenazó para que no denunciara y aún así lo hice. Los policías jamás levantaron la acusación y meses después la amenaza se cumplió: abusaron sexualmente de mí nuevamente y fui asesinada en un lote baldío, me dejaron tirada, mi cuerpo presentó golpes, tortura y rocazos en la cabeza. Mi familia sigue buscando justicia.

Desde la voz cortada pero fuerte, cada historia resonó  en el eco del Bordo de Xochiaca. Simulando el vuelo de un pájaro, cada una de las mujeres levantó el ánimo, gritó la rabia, cantó la lucha y bailó la vida. Se sumaron las voces, llegaron los abrazos y se prosiguió al cierre de la jornada con el levantamiento de una cruz rosa de más de tres metros para no olvidar que «nos están matando, pero sobre todo, que nos estamos organizando y no pararemos de exigir justicia».

Acá en este bordo, desde la orilla pedimos justicia por las tantas mujeres víctimas de feminicidios, las que han sido arrojadas al bordo, a la orilla, a las profundidades de las injusticias que tienen rostro de mujeres que no importan, sumergidas en el abismo de la impunidad. Desde nosotras, las que ya no queremos la violencia como destino, surgimos desde lo negado, desde las cenizas, surgir desde el fuego y dar rostro a la esperanza.

En este municipio mexiquense lleno de sombras, murmullos, gritos silenciados y miradas arrebatadas o impuestas, acá en este bordo de aguas negras donde han arrojado a tantas mujeres, en este el llamado Bordo de Xochiaca, donde la muerte se respira, se siente, estas mujeres nos reiteraron que la violencia contra las mujeres no es un tema de unas cuantas, sino que nos compete a todas y todos:

Que lo que se esparza no sean las cenizas de nuestros cuerpos, sino la indignación por estos hechos. Que lo que nos caracterice como mujeres no sean los asesinatos contra nosotras, sino la acción conjunta. Porque otros mundos ya son posibles, nosotras apostamos por la vida, la autodefensa colectiva, el acompañamiento y la justicia al grito de: ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!

Organizaciones convocantes: Red Denuncia Feminicidios Estado de México, Las Enredadas, Movimiento Popular Revolucionario, CECOS Neza, Madres de Víctimas de Feminicidio en el Estado de México, Voces de Lilith, Nido de Luciérnagas, Mujeres en el Oriente, Giia Red, Hilanderas.

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