Resistencia pacífica de cara a la violencia

Por Dawn Paley*
Traducción Xilonen Pérez

Desde que se escribió este artículo, ha habido varios intentos, por parte de la empresa minera, para abrir paso a la mina. Los primeros intentos eran con gente contratada, incluso niños con cascos azules para presionar a la gente del plantón. El 7 de diciembre elementos de la Policía Nacional Civil trataron de desalojar el plantón, capturaron a cuatro comuneros y utilizaron gases lacrimógenos aunque no lograron desalojar el campamento. Hasta hoy en día, la gente en resistencia se ha quedado firme en su lucha y en su postura de impedir la mina.

 

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Telma Yolanda Oquelí Veliz, quien estuvo cerca de ser asesinada por su activismo contra la minería en San José del Golfo, Guatemala, habló en público el 22 de octubre por primera vez desde el ataque que sufrió en junio.

«Quiero decirle al mundo que aquí en Guatemala hay una resistencia pacífica, que existe y que esta dispuesta a seguir el tiempo que sea necesario», dijo Oquelí, sentada en una silla de plástico dentro del campamento permanente que bloquea la entrada a una mina de oro propuesta, a 30 km de la capital. «Siempre quisimos que en esta lucha no corriera sangre, y en lo personal me tocó, pero creo que ha sido una prueba bien difícil, y hoy sigo en pie, y con la intención de que no van a apagar mi voz, mientras Dios me de vida yo seguiré».

Mientras Oquelí habla, muchos de los que participan activamente en el bloqueo, se reúnen debajo de la cubierta del sencillo refugio en el borde del camino. Otros, apilan leña mientras los niños juegan en la orilla. Algunas mujeres preparan bebidas calientes, y comida, para todos en el campamento, el cual ha sido ocupado permanentemente desde marzo del 2012.

«No he querido dar declaraciones ni entrevistas a nadie, por que en realidad no, no he querido hablar de mí, sino que se enfoquen en la resistencia, que se enfoquen en la gente que aquí esta viviendo», dijo Oquelí.

Pancartas contra la minería y en solidaridad con el bloqueo distinguen un lado de la carretera, mientras una puerta destartalada cierra la entrada principal a la concesión. El tránsito por el camino de tierra es escaso puesto que el camino se encuentra alejado de la carretera principal, sirve a la comunidad para trasladarse de un pueblo a otro. Muchos tocan el claxon y ondulan la mano al pasar; otros se detienen y saludan a la gente que se encuentra en un lado del camino.

Seis equipos de al menos diez adultos se turnan cada 24 horas semanalmente y cada domingo un equipo se queda a campar. Ninguno de ellos vive permanentemente en el campamento: cada noche, aquellos que pasaron la noche anterior, hacen una fogata y descansan, para despertar de nuevo en la mañana y hacer el desayuno para todo el grupo.

Los lideres de grupo «se reúnen y entonces ya ellos transmiten a cada grupo que le toca a su turno, que es lo que se tiene planificado para un fin de semana, cuando hay una reunión, cuando hay información», dijo Miguel Antonio Muraller, quien ha estado activo en el bloqueo desde que comenzó. «Entonces así es la forma en que nos vamos comunicando para que todos estemos enterrados».

Fotografía de Rachel Schmidt

Un intento de desalojo por parte de la policía, fue frustrado el 8 de mayo, cuando, a primeras horas, la gente en el bloqueo supo que un convoy de la policía y vehículos de minería se dirigían al sitio. Cientos de lugareños de San José y comunidades vecinas se movilizaron, y la policía se retiró sin ningún tipo de confrontación.

Las cosas han estado tranquilas desde el disparo a Oquelí el 18 de junio. Ella iba de salida del campamento cuando su vehículo fue interceptado por un auto y una motocicleta, y quien intentó asesinarla le disparó tres balas. Una perforó su abdomen y los restos se alojaron en su interior, demasiado cerca de la médula espinal para ser retirados con seguridad. Por tanto, Oquelí sufre dolores constantes como resultado de los disparos. Sus atacantes, quienes, según ella, están conectados al municipio de San José del Golfo y a la compañía minera, no han sido identificados.

La minera propuesta pertenecía a Radius Gold de Vancouver, Canadá en el momento de la balacera. Radius vendió su participación en el proyecto a Kappes, Cassiday & Associates (KCA) de Nevada, EEUU, en agosto de 2012. KCA es una compañía metalúrgica privada. Simon Ridgway, quien no desconoce la violencia contra opositores a mineras, era presidente de la junta de Radius Gold cuando le dispararon a Oquelí, además era el hombre al frente de Fortuna Silver cuando Bernardo Vásquez fue asesinado en Oaxaca en marzo del año en curso.

Si se construye, la mina afectará tierras antes usadas para agricultura a menor escala, según la gente local.

«Uno no pelea el oro, uno lo que pelea es la vida, va, que se nos va a secar el agua, ya no se va a cultivar maíz y frijol que es de lo que los campesinos vivimos”, afirmó Irma Esperanza, quien  estaba en turno en el bloqueo, y preparaba el almuerzo en la cocina. Detrás de ella, tres grandes ollas burbujeaban sobre pequeños fuegos. “Aquí la minería está dentro de las comunidades, y son muchas los que van a ser afectadas,» dijo.

Esperanza explicó que mientras unos en la comunidad apoyan el proyecto minero, quienes mantienen bloqueado el acceso al camino, están ahí con los mejores intereses de sus hijos en mente.

«Ya estoy puro abuelito, ya haré los 83, pero aquí estoy en la lucha, luchando por los niños, y por nuesta tierra, que nos vió nacer,” dijo Miguel Díaz Morales, quien dice que frecuentemente pasa lo que de otro modo serían noches de inquietud en el campamento. Su hijo mayor está a su lado, asiente solemnemente mientras su padre habla. «Si la defendemos es por que tenemos derecho,” dijo Díaz. “Somos libres y tenemos que trabajar en ese caso defendiendo nuestras »

A pesar de las amenazas y el dolor, Oquelí dejó en claro que ella adhiere fuerzas de los hombres, mujeres y niños que se toman tiempo para hacer guardia a un lado del camino.  «Hay gente de la tercera edad, hay niños que juntamente con sus madres, con sus padres vienen a hacer su turno”, dijo. «Eso motiva a que seamos más responsables y tratemos de darle buen ejemplo a los niños y también de respaldar la lucha de la gente de la tercera edad».

Fotografía de Rachel Schmidt

El ánimo en el campamento aumentaba, pero una sensación de malestar era evidente en la voz de Oquelí cuando abordaba la masacre de seis indígenas que protestaban en Totonicapán, en las tierras altas de Guatemala, el pasado 4 de octubre.

Me preocupa también lo que ha pasado en otros lugares como recientemente en Totonicapán, es algo bien preocupante, bien difícil que se pone en el lugar de esta gente”, dijo. “Por que igual estamos nosotros resistiendo y no sabemos en que momento pueda venir la agresión para nosotros.”

*La autora es periodista y editora con la Media Co-op. Mas informacion sobre su trabajo aqui: http://dawnpaley.ca/. Ver la version original de este articulo aqui: http://upsidedownworld.org/main/guatemala-archives-33/3934-guatemala-peaceful-resistance-in-the-face-of-violence

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