«Si tocan a una nos tocan a todas» Alto a los feminicidios en Michoacán

Por Diana Manrique Ascencio y Sofía Blanco Sixtos

La implantación del neoliberalismo en México ha traído consigo la organización de cárteles y de una política fundamentada en la violencia. Las formas de presión y represión han formado parte de las estrategias políticas, México se ha convertido en un territorio de tráfico de personas, drogas y armas.

La guerra contra el narcofráfico, lejos de traer la calma y la paz a nuestro estado, se ha endurecido. Las mujeres han sido parte del botín de guerra en este conflicto desatado desde el 2006. No ha mejorado el panorama, la violencia sigue siendo el tema presente en las noticias estatales y parece que lo seguirá siendo, ya que prevalece un ambiente jurídico de impunidad, donde los asesinatos sólo van engrosando las cifras de homicidios y no hay una respuesta certera que asegure su disminución.

Dicha guerra la ha continuado el gobierno actual, el cual ha demostrado poca preocupación hacia los feminicidios acontecidos en nuestro estado y en la república mexicana en general. Los casos de mujeres asesinadas y desaparecidas son tratados como casos aislados, secundarios; empero no se pueden considerar todas estas muertes como casos aislados, ni tampoco deben permanecer en el silencio ni en la invisibilidad, pues ello implica ser excluidas de las problemáticas sociales de nuestro estado.

La palabra feminicidio, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), «surge como expresión para evidenciar que la mayoría de los asesinatos de mujeres por parte de sus maridos, novios, padres, conocidos y también los cometidos por desconocidos, poseen un sustrato común en la misoginia,  crímenes que constituyen […] la forma más extrema de terrorismo sexista, motivada por odio, desprecio, placer o sentimiento de propiedad sobre las mujeres. Es por tanto, un concepto que surge con una intención política: develar el sustrato sexista o misógino de estos crímenes, que permanece oculto cuando se hace  referencia a ellos a través de palabras neutras como homicidio o asesinato»[1]

Reconocemos que la violencia es una manifestación de control, de la expresión del poder sobre el otro a través del autoritarismo, la fuerza y los actos represivos. Podemos entonces comprender que la violencia es un recurso utilizado, en un mundo masculinizado, para el control del territorio, los bienes naturales y las mujeres.

El dominio y la lucha de poder han mostrado su peor cara a la vida de las mujeres: mujeres muertas, viudas, violadas, huérfanas, mutiladas. La crudeza con la que se lee es la misma con la que muchas viven día a día. Parece ser, que parte de los “costos para obtener la paz” son, cada vez más, las vidas de las  mujeres.

Los feminicidios tienen un mensaje claro: atemorizar al resto de mujeres y lograr que no salgamos de los límites que nos fija una sociedad que re-produce la desigualdad entre géneros.  Como lo dice Marcela Lagarde[2] «Cuando se mata a una mujer hay pedagogía: sirve para que las demás nos enteremos, nos aterroricemos y tengamos miedo. Que no seamos dueñas ni siquiera del espacio privado» ni de nuestros cuerpos. Por ello es que decimos que ¡cuando tocan a una nos tocan a todas! El feminicidio no es un problema que se queda en la familia de la mujer asesinada, es un problema social que debe ser considerado con la misma magnitud que el genocidio.

Hasta el 2013 ocho entidades de nuestro país, encabezadas por el Estado de México, concentraban el 61 por ciento de los homicidios de mujeres por causa de género. En el interior de este grupo (Estado de México, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Baja California, Jalisco, Michoacán y Veracruz), varios de sus municipios tienen el mayor número de casos, es decir, zonas que están significativamente por arriba del promedio nacional. En el estado de Michoacán son los municipios de Lázaro Cárdenas y Morelia. (Estudio nacional sobre todas las fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres – SEGOB, La jornada).[3]

Durante los últimos años se ha mantenido al alza la estadística de feminicidios en Michoacán; el índice más alto se registró en 2012 con 117 casos, mientras que en 2009 se reportó el más bajo con 77 asesinatos. En el 2010 se registraron 89 casos, 90 en 2011, al igual que en 2013. Lo anterior según informes y datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado[4]. Sólo durante el mes de mayo del presente año, fueron 5 los casos de muertes de mujeres por violencia.

Un caso que ha conmovido e indigando a grupos de mujeres, feministas y asociaciones civiles, ha sido el caso de Mallinali Saucedo Valdez una joven de 18 años, originaria de la Tenencia de Purechucho, municipio de Huetamo Michoacán, estudiante de la preparatoria No. 2. «Pascual Ortiz Rubio», una joven con gran interés y activismo por la ecología y el medio ambiente. Según testimonio de la madre y padre de la joven, se le fue vista por  última vez el  día domingo 18 de mayo y dejó de responder a su familia el día lunes 19 de mayo. Desde ese momento supieron que algo no estaba bien. «Nosotros sabíamos que no la íbamos a encontrar con vida» dijeron.

La madre y padre de Mallinali, nos dieron su testimonio, y relataron que la joven fue encontrada sin vida el día  20 de mayo en el municipio de Tarimbaro, con muchas señales de violencia y agresión severa y cruel en su cuerpo; comentaron que Mallinali era una joven sin problemas y con ideas de independencia y autosuficiencia; creció manteniendo una estrecha  relación  con su familia y una constante comunicación. Nos coemntaron que ella laboraba ocasionalmente y dedicaba parte de su tiempo a la escritura y lectura.

Fotografía: Juan José Estrada Serafín

Mallinali vivía acompañada de otras tres  jóvenes y el domingo 18 de mayo ya no apareció ni respondió al llamado de sus padres. Han indagado pistas que puedan llevarles a las últimas personas que la vieron y el panorama ha sido cada vez más turbio.

Las autoridades relacionan este caso con un crimen pasional; sin embargo ciertas circunstancias de salud por las que pasaba le impedían establecer una relación de esa índole. Su madre y padre comprenden las inquietudes que pudo haber vivido su hija como adolescente, sin embargo no atribuyen a ello los motivos del feminicidio, pues afirman: «Mayinalli, fue violentada por el hecho de ser mujer […] encontrarle sin vida y con señales de violencia sexual, es señal de algo inhumano, de bestias. Notamos que desde los primeros procedimientos de la averiguación por parte del Ministerio Público de Tarimbaro y  hasta la fecha por parte de Homicidios  todo ha sido lento e incompetente».

Morelia representaba –para muchas personas de interior del estado- una oportunidad de trabajo y estudio, ahora es un riesgo para las mujeres salir tranquilamente sin ser violentadas por el hecho de serlo. «…como nuestra hija muchas que viven aquí corren peligro de ser atacadas. Nadie da el derecho de que las ataquen.  Para los pobres no hay justicia ¿para las mujeres tampoco? […] Lo triste es que las autoridades no hacen nada, éste era un caso de 48 horas. Son unos bestias [sus asesinos], peor que animales, ahora entiendo tantas cosas, a padres que han perdido a sus hijos, el gobierno no hace las cosas como debe hacerlas, no procede como debe. Desde que nos encontramos con los del ministerio público de Tarimbaro y no procedieron adecuadamente, muchas de las cosas que encontraron no aparecen en la investigación».

Saben que el feminicidio de su hija no ha sido el único y que la impunidad prevalece en el estado «No queremos que el caso de nuestra hija sea una cifra más una nota más […] ¿qué va a pasar con nosotros? Todo mundo está con miedo, nadie dice nada, ni denuncian si vieron algo por miedo».

El sentimiento de inseguridad amenaza a la familia de Mallinali, al igual que a muchos habitantes ante la escalada de violencia que se vive en la ciudad de Morelia y al interior del estado. Aún está pendiente la implementación del protocolo AMBER y ALBA, con los cuales se ejecutan diversos dispositivos judiciales ante la desaparición de niñas/os y jóvenes.

El feminicidio en Michoacán es un tema silenciado y no visto desde las autoridades universitarias, municipales, estatales y nacionales.  A la fecha, no ha habido declaraciones sobre los feminicidos acontecidos en las últimas semanas, al contrario según las autoridades  «en Michoacán no pasa nada».


[1] http://www.infosal.uadec.mx/derechos_humanos/archivos/15.pdf

There is one comment

  1. JLValdés

    Aquel o aquellos que violentan a una mujer. Es una manifestación categórica, un síntoma inequívoco de COBARDÍA.
    Cuando los que la ejercen, no tienen la capacidad ya sea de entender, enfrentar y mucho menos resolver las situaciones en se encuentran; descargan violentamente su frustración e impotencia con los más débiles, jamás con alguien en igualdad de fuerza, ni mucho menos con aquellos más fuertes.
    Por eso afirmo categóricamente que, los que violentan a la mujer, son simples COBARDES…!!!

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