Brevísima historia del crimen organizado en Michoacán (2 de 2)

Es preciso aclarar que la presencia de los distintos cárteles en Michoacán se da de manera paralela durante largos periodos de tiempo, es decir que su historia no es una carrera de relevos en donde un corredor toma completamente el protagonismo de manera abrupta, mientras el anterior lo pierde; por el contrario estos coexisten en el terreno, en etapas que oscilan entre la tensa calma y la violencia despiadada.

(Des)encuentros entre cárteles

La transición entre la hegemonía del Cártel del Milenio a la de Los Zetas fue lo más parecido que hubo en la región, a una ruptura súbita; sin embargo como ya vimos en la primera parte de este artículo, ni siquiera ésta puede considerarse total, dado que varios de los integrantes del primero se integraron a las filas del segundo, ya sea por oportunismo o porque no tuvieron otra opción. Incluso hoy día, el apellido Valencia aun resuena entre las filas de los diversos grupos criminales.

Del mismo modo, aunque en el discurso La Familia Michoacana se presentó ante la población como contraria a las actividades de Los Zetas; el cártel surgió, según diversas fuentes, de una escisión entre las redes que estos últimos construyeron durante el sexenio de Vicente Fox. Fieles a su costumbre de hacerse de las ganancias que dejaban diversas actividades lícitas e ilícitas, a través de bandas locales que eran sometidas y disciplinadas bajo la lógica de «plata o plomo», Los Zetas alimentaron y entrenaron sin saberlo, al monstruo que después los acabaría desplazando del estado.

Entre los años 2001 y 2006 muchos de los que a la postre serían identificados como miembros de La Familia, trabajaron con y para Los Zetas en estrecha colaboración, consolidándose un modus operandi más complejo por parte del crimen organizado en su conjunto, que si tuviera que describirse con una sola palabra, ésta sería: diversificación. La guerra contra el narcotráfico que inició Felipe Calderón precisamente en Michoacán, estuvo mal planteada desde el inicio al no tomar en cuenta este factor. El tráfico de drogas era, sin duda, un gran negocio para los grupos criminales, mas no el único.

Para cuando los miembros de La Familia Michoacana arrojaron seis cabezas decapitadas, de varios miembros de Los Zetas, a la pista de baile de una discoteca en Uruapan –formalizando de manera dramática su ruptura con estos–, el crimen organizado ya se alimentaba de varias fuentes. Y resalta el hecho de que incluso en medio del fuego cruzado que se daba entre los distintos cárteles, la policía federal y el ejército, las actividades delictivas de los primeros, lejos de aminorar, crecieron hasta niveles inauditos.

Vista panorámica de los terrenos adyacentes a la comunidad de Holanda, municipio de Apatzingán, lugar de origen de Nazario Moreno y escenario de múltiples masacres y desapariciones. Fotografía: Cristián Leyva

Terrenos adyacentes a la comunidad de Holanda, municipio de Apatzingán, lugar de origen de Nazario Moreno y escenario de masacres y desapariciones. Fotografía: Cristián Leyva

Resulta plausible la hipótesis de que, al centrarse el gobierno de Felipe Calderón en descabezar a las organizaciones abatiendo o capturando a sus líderes, a la vez que en el decomiso de grandes cargamentos de droga y en la destrucción de plantíos; los criminales se vieron impelidos a luchar entre sí para hacerse con el control de los mercados en los que participaban y las organizaciones a las que pertenecían; a la vez que orillados a explorar y explotar de manera más cruel y decidida otras fuentes de financiamiento, tales como los secuestros, el cobro de derecho de piso, la extorsión, el tráfico de migrantes, la trata de blancas, etcétera. La consecuencia: el aumento de la violencia tanto entre criminales, como entre la población en general.

Es un lugar común referirse a Michoacán como un estado en guerra, sobre todo a partir del surgimiento de los grupos de autodefensa de Tierra Caliente, mismos que se han ido extendiendo hacia otras regiones como una mancha de aceite. Sin embargo dicha guerra empezó mucho antes, golpeando a la sociedad michoacana en sucesos tan impactantes como el atentado del 15 de septiembre de 2008 en Morelia en el que, durante las festividades del Día de la Independencia, desconocidos arrojaron dos granadas hacia la multitud, dejando un saldo de ocho muertos y más de cien heridos.

Casualidad o no, podríamos tomar esta última fecha como el inicio de la retirada de Los Zetas de Michoacán, ante la embestida de La Familia en el ámbito local, misma que fue reforzada, no se sabe si de manera involuntaria o premeditada, por el gobierno federal en el ámbito nacional, que eligió a Los Zetas como uno de sus blancos predilectos, por sobre los miembros de —por ejemplo— el Cártel de Sinaloa, sus enemigos más acérrimos.

Prácticas de familia

Entre 2008 y 2010 La Familia Michoacana afianzó su presencia en la región y ocupó el andamiaje, las redes y estructura dejada por Los Zetas. Sus proclamas pseudoinsurgentes con tintes de fanatismo religioso y exaltación moral, siguieron repitiéndose, mientras muchos michoacanos —antes que creerlas— esperaron que pasando el vendaval, hubiera un retorno a aquellas épocas en que los narcotraficantes se dedicaban a sus negocios, los dejaban trabajar e incluso invertían en algunas obras públicas.

Poco de esto sucedió. Sin embargo, hay que decir que La Familia logró hacerse de cierta base social en los pueblos y municipios en los que operó, frecuentemente a partir del miedo que provocaron, castigando a aquellos elementos de la sociedad que a su parecer se descarriaban o cometían alguna falta, lo cual llegó a ser bien visto por algunos sectores de la sociedad. Amenazas, golpizas, levantones, torturas y ejecuciones que frecuentemente implicaban decapitaciones, eran prácticas habituales dentro de lo que ellos definían, en sus mensajes y panfletos, como «justicia divina».

Aunado a esto, La Familia implementó una peculiar manera de ganar adeptos y militantes, tanto en su cúpula como a ras de suelo.

Por un lado, los líderes eran seleccionados mediante pláticas y conferencias de superación personal, impartidas por autores que suelen despertar el interés de gente que tiene mal gusto y mucho dinero, aunque no solamente por supuesto. Su principal líder e ideólogo, Nazario Moreno González alias El Chayo o El más loco, llegó a contratar a personajes como Carlos Cuahutémoc Sánchez y Miguel Ángel Cornejo para estos eventos, según consta en su libro autobiográfico supuestamente póstumo.

Aspecto de la primera tumba de Nazario Moreno. Fotografía: Cristián Leyva

Aspecto de la primera tumba de Nazario Moreno. Fotografía: Cristián Leyva

Mientras la «carne de cañón», muchachitos que empezaban como mensajeros o vigilantes –mejor conocidos como «halcones» y «punteros»– la conseguían patrocinando a grupos de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos en los que se difundían los «principios de la organización» entremezclados con un discurso cristiano que se apoyaba en autores evangélicos como John Eldredge y Chris Richard.

Si tenemos en cuenta este tipo de lecturas, no debe sorprendernos el hecho de que la inspiración de los líderes de La Familia haya «evolucionado» hacia la mítica Orden del Temple, puesto que varios best sellers en donde se les idealiza –escritos por autores como Maurice Droun o Piers Paul Read–, suelen localizarse en las mismas estanterías. Resulta por demás interesante cómo esta amalgama de autoayuda, superación personal, cristianismo y esoterismo, sirvió como supuesto «apoyo moral y espiritual» para un grupo que decía trabajar por el bien, entregándose a formas de maldad en las que la crueldad y la brutalidad eran cosa de todos los días.

Los Caballeros Templarios

El surgimiento del cártel de Los Caballeros Templarios y a la disolución de La Familia Michoacana, comenzó cuando Nazario Moreno simuló su muerte tras un combate con fuerzas federales, dejando a Servando Gómez alias La Tuta y a José de Jesús Méndez alias El Chango, como líderes de facciones rivales. Así, mientras el primero anunció la formación del nuevo grupo en marzo de 2011, el segundo se aferró a seguir operando bajo el antiguo apelativo hasta su captura en junio de 2011; posteriormente el nombre cayó en desuso.

Los Caballeros Templarios, con Nazario Moreno –quien al parecer, ahora sí fue abatido por fuerzas federales el pasado 9 de marzo– ejerciendo el poder desde las sombras, construyeron una red de empresas con la que invadieron prácticamente todas las actividades productivas de Michoacán, además de seguir usufructuando las ganancias que les dejaban viejos y nuevos negocios ilícitos. Fueron los Templarios quienes tomaron los ayuntamientos y amenazaron o compraron a la mayoría de los presidentes municipales, insertando a su gente en puestos clave ligados al manejo del dinero público, con el objetivo de hacer que la adjudicación de contratos les fuera favorable.

Y fueron los Templarios quienes intervinieron en el mercado del limón y el aguacate; extorsionaron a las mineras —que por otro lado también mantenían prácticas abusivas para con la población, aunque ése es otro tema—; exportaron hierro a China a través del puerto de Lázaro Cárdenas, a cambio de precursores químicos como la efedrina; distribuyeron productos piratas, tales como CD’s, DVD’s y ropa de marca; vendieron «protección» a negocios como prostíbulos, rastros, cantinas, depósitos de cerveza, líneas de autobús, restaurantes y un amplio etcétera; introdujeron cocaína procedente de Colombia y Perú, también por Lázaro Cárdenas; raptaron y violaron a jovencitas; apoyaron campañas políticas de candidatos pertenecientes a todos los partidos; y se constituyeron como autoridad de facto en gran parte del estado.

Y no es que La Familia Michoacana no haya ingresado en muchos de estos «negocios», pero es bajo el nombre de Los Caballeros Templarios que la rapiña y el expolio crecieron a tal grado, que gente de muchos pueblos y comunidades, pertenecientes a todas las clases sociales, se cansaron y decidieron conformar grupos de autodefensa ciudadana, con el objetivo de sacudirse a los criminales que los parasitaban. Como era  de esperarse, durante dicho proceso han surgido contradicciones, fruto de las complejas relaciones y circunstancias que se configuran al interior de una sociedad que lleva, por lo menos, una década experimentando situaciones de guerra.

[Ir a la primera parte.]

There are 2 comments

  1. Adrián Osiel Millán Vargas

    ¿Qué opina el autor de la teoría de que la creación de las «autodefensas» en Michoacán, fueron una estrategia ideada y operada por el recién llegado gobierno nacional priísta (del grupo Atlacomulco del estado de México), para favorecer a los llamados «Cartel Jalisco Nueva Generación» y el «Cartel de Sinaloa», como parte del acuerdo por haber financiado parte de su campaña política?

  2. José Luis Valdés

    A quiénes les conviene que haya corrupción, criminalidad, mediocridad, mal gusto en el arte en general, como en la música (si se le puede llamar como tal), analfabetismo, pérdida de valores cívicos, repudio del Nacionalismo, desorden, inestabilidad, caos, políticos traidores hijos de hetairas que venden a su Patria.
    Seguramente a aquello que dicen, ¿ya ven, como los mexicanos no pueden gobernarse a sí mismo, por eso, debemos de intervenir?

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