Chiapas 21/12

Por Ana Paula Mandoki

Bajaron caminando de los altos de Chiapas, era de noche como ese primero de enero de 1994. Llegaron a San Cristóbal marchando, ya de día y ninguna palabra se salió de sus bocas.

La organización era perfecta, cuando aparecían obstáculos los rodeaban. Las calles estaban tomadas por filas y filas de bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. A través de las telas negras se asomaban las miradas, todos con pasamontañas, sobre éste, a la altura de la frente pendía un número.

Había muchas mujeres, algunas llevaban bebés empapados en brazos, ninguno lloró. La marcha avanzaba y las ropas cambiaban de color y tipo de tejido, también el calzado variaba, muchos estaban descalzos.

Una camioneta se estacionó perfectamente alineada con la puerta principal de la Catedral, era una avanzada de la marcha que tenía como objetivo preparar el lugar por el que pasarían más tarde alrededor de 8mil zapatistas.

En menos de media hora se armó una plataforma de madera sobre la camioneta. La marcha arribó, al frente de la misma se llevaban dos banderas: una de México y la otra del EZLN. Cuando por fin llegaron los miles, sin romper formación, pasaron por la tarima y cuando lo hacían levantaban el puño izquierdo bien arriba.

Conforme bajaban se formaban alrededor de la gran plaza. Cuando los últimos llegaron se retomó el orden inicial y sin decir palabra emprendieron el camino de regreso a los Caracoles, Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y por último a las comunidades.

Más tarde, publicaron en la página de Internet enlacezapatista.ezln.org.mx el comunicado que muchos esperaban: