Breve historia del mundo

Del agua estancada espera veneno.
William Blake

1

En el vetusto resplandor de nuestro mundo
hubo una vez una improvisación
que comulgaba con la fuente del origen,
un sol de soles
en cósmico estremecimiento
y un fulgor sobre el caldero primigenio.

El tiempo no tardó en acrecentar su rostro,
sin forma alguna ni detrimento en la conciencia
pues la bacteria original
nunca atesoró su fundamento:
tiempo sin tiempo
del tiempo que mediara.

Nos han dicho que fue el mono,
mas, ¡qué más da si fue anfibio, reptil o pez!,
era la vida desprendiéndose de su nicho evolutivo.
¡Nos han dicho! Han conjurado,
en nombre de esta vastedad de habilidades,
de esta insuficiente cantidad de datos:
pero sólo en síntesis
la vida se reclama
cual hoja cayendo
mecida por el viento.

Y en este punto original, ¡la vida!
solo es vida que recreándose a sí misma
ahí se alzaba.

Surgió de forma erguida
cuenco al aire
en tacto de piedra y de madera
crisálida de nuestra aurora;
se buscó en voz de lluvia y río desconocido,
del fuego hizo morada.

Así acampó
cuando ya su peregrinar
se volvió extraño.
Plantó semilla, cosechó
y vio en el mundo un lugar seguro,
de ahí también surgió
su propio temor a lo desconocido;
ideó fiel subterfugio de adoctrinamiento
para crear un dios a su medida;
generó en casta su división
e hizo el templo,
la civilización llegó
y el nómada acampó…

Más se burló el destino de todos sus empeños,
ante tanta vastedad ¡codicia!,
y luego sangre, ¡sólo sangre!
como ofrenda a esta humanidad que así se generaba.

Mediaron partes de los años
lustros, décadas, siglos
en este mover el mundo su engranaje…
¿Y la historia?…   ¡Ah, la historia!
esa gran puta de la evolución
por donde el hombre queda
postergado detrás de sus obras.

Así surgió el tiempo indómito,
el tiempo del espectáculo
la lucha por el control:
como siempre, ¡el poder ha sido el poder!…
Y hubo bajas y demoras,
cruciales devaneos, saqueos;
la muerte empecinada
en la cosmovisión del exterminio:
la razón, joroba de oro
embestida de unos cuantos.

2

Talleres, fábricas, telares;
friccionarían del hombre
así sus días por un salario…
Fue el engranaje moviéndose aceitado
en la fatal lujuria del progreso.

Si es cierto eso
de que el hombre es el lobo del hombre,
en aquel momento clavaría
su más profunda dentellada.

La producción de muchas cosas útiles
ha desembocado en el surgimiento
de mucha gente inútil.

Carlos Marx, en Cartas a Ricardo

3

Era una ciudad dormida
como un saliente sol de ruinas
dejando atrás
las virginales arboledas,
ahí se fugaba la miseria
como luz escurridiza
entre la mancha urbana,
como un compartimento anónimo
de podredumbre y desesperanza
bajo la mirada de un dios solo existente
en la morada de unos cuantos.

El óxido del tiempo fue empeño
desluciendo la memoria
al hacerse manifiesto el reconocimiento
de todo este infortunio.

El opio narcotizó la fe,
se hizo norma y sometimiento voluntario,
necesidad, dependencia,
invalidación de autonomía,
y en cáustica economía: moneda
la norma patentada para el lucro.
¡Explotación de pan y circo!
al mantener entretenida
a esta sociedad entumecida;
gris devaneo de ricos indigestos
y de pobres miserables,
¡oh mundo jodido hasta la médula!
del propio entendimiento

¿Qué contraste marca sino
de tu propio fundamento?
Ya normalidad que es recipiente
de las mas aborrecibles deyecciones,
perfume de la hipocresía
con el que se luce el cotidiano entendimiento.

4

¿En dónde queda oculto lo humano?
mientras todo sucede como un simulacro
en este punto minúsculo de nuestra historia,
en donde la razón muda camina
dando paso a la imbecilidad…

5

Y ciertamente, la ciudad nunca se quejó,
siendo silencio,
premonición en derrotero de la muerte
su empresa iba colmando
este reinado de ilusión…
Así nos fuimos convirtiendo
en cadáveres maquillados
hermosamente distantes los unos de los otros;
y en su transmutación de espejo
la ciudad nos vio nacer,
seres del tiempo del no tiempo,
ingrávidos como una imagen virtual
llegando al hoy
que tal vez pueda ser
el mañana del nunca.

Cuando el menosprecio por la vida irrumpe como un sesgo en el destino
en este lugar donde la muerte como imagen ha sido manipulada

6

Ahí nació de nuevo la guerra
tan sola como arrinconada,
en su modalidad local, bestialmente indiferente,
como una lección
de esta inmoralidad que nos envuelve…

Y la guerra se desata
como un todo impenitente,
pionera de la infamia
incauta este momento:
ha llegado como un sórdido impuesto
para el sudor humano,
midiendo en posición de ataque a su adversario
reproduce el impedimento de la vida,
despedorra el ansia de existir
y vuelca en agonía
toda esta zozobra que pretende administrar.

La guerra bulle como una substancia extraña
en un caldero de veneno,
odio latente en el ojo de los buitres
que desde lo alto avizoran su montaña de carroña.

7

Así vamos pues, en alto cabizbajo
civilización del ocio
para el empeño maquinal
de seres clones en trotes aparentes,
con nuestro prejuicio plasmado en el resentimiento,
cuando la paz, tan sólo es la paz del cementerio;
con nuestro mundo en cautiverio,
repetición e imagen teledirigida,
con una terca estupidez cual fundamento
vivimos también una guerra arrinconada
al interior de nuestra mente,
un rol-penuria, esterilidad del aislamiento
en este mundo en vencimiento
que es fecha de caducidad a cada instante,
un golpe bajo hacia nosotros mismos…
y la esperanza,
tosca flor,
resequedad.

Agosto de 2014.

Fotografía de portada: Sari Dennise.