Abre la muralla

Entrevista con el grupo de música chileno Quilapayún

Por Arlen Pimentel y Malas Lenguas

Al frente las cortinas descorridas anuncian la promesa de la noche. Tras los micrófonos, las guitarras, las bocinas; tras la batería y el piano solitarios, la imagen de una pared ensangrentada domina la escena. Comienza el concierto. Ponchos negros, instrumento en mano, garganta afinada. Sencillos, cantan. Son Quilapayún. En la lengua mapuche o mapudungun, quilapayún significa “tres barbas”. Esas tres se convirtieron en 11 barbillas, 34 álbumes y 46 años —eso sí, interrumpidos— de historia.

Soy hoy de los pocos músicos que sobreviven del movimiento musical de la nueva canción chilena —entre los que se cuenta Inti Illimani.

«Nosotros nacimos en la guerra fría, en una situación diferente a la actual: con muchas contradicciones, violencia, dictadura en casi toda América Latina. Eso explica muy bien nuestra respuesta de protesta frente a esas situaciones —plantea Eduardo Carrasco, uno de los tres fundadores históricos de la agrupación—. Ahora vivimos un periodo más democrático, se podría decir más tranquilo, pero con muchas injusticias que vienen de otros lados».

Sin embargo, Quilapayún no toca sólo canciones de protesta:

«No sólo somos un conjunto de denuncias, no sólo tenemos este compromiso con las luchas sociales, sino también con la poesía, con la cultura, con la música. En este sentido, seguimos la continuidad de muchos antecesores. En América Latina tenemos grandes ejemplos: Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Carlos Puebla, Alí Primera, en fin, se pueden nombrar muchos. Ahora hay mucha gente. Yo he escuchado grupos nuevos que vienen del rap y que son muy interesantes. En Chile hay muchísimos. Hicimos dos canciones con Jimmy Fernández, por ejemplo, pero también está Calle 13 y otros grupos que de una u otra manera expresan la indignación que siente la gente con las injusticias».

Un integrante un poco más nuevo, Ismael Oddó —guitarrista e hijo del emblemático quilapayunero Willy Oddó, asesinado en 1991— reafirma la opinión de Carrasco:

«Yo encuentro que es positivo lo que Calle 13 hace. Creo que nadie hasta ahora se ha atrevido a decir las cosas de esa manera, teniendo la tribuna que tiene. Tiene una plataforma gigantesca y no han soltado su discurso de base. Pueden llegar a ser populistas, pero en el fondo son de mucha necesidad en lo que hoy está pasando en el mundo, no solamente en Latinoamérica, que es nuestro tronco. Yo creo que hay una crisis global, producto de un sistema que nos crea pena cada vez más a todos».

Los estudiantes

«A pesar de los cambios generacionales que hay en Chile, no hemos tenido más que tomar en cierta medida las ideas que nos da la juventud con respecto a qué cosas hacer, qué decir, qué cantar, porque ellos tienen mucha claridad. Creo que Quilapayún ahora es más conocido que antes, mucho más conocido, porque traspasa muchas generaciones. Los estudiantes nos dicen que cuando tenían la Universidad de Chile tomada, nosotros los acompañábamos día y noche, porque cantaban nuestras canciones, como La Muralla. Eso quiere decir que nuestras canciones están vivas. Vale decir que las generaciones anteriores se preocuparon de mantener vivo el recuerdo, la memoria, esa memoria rota de Chile.

«Yo siento —interviene Ismael— que desde que se cumplen 30 años de la muerte del presidente Salvador Allende y del golpe de Estado, había una gran necesidad dentro de Chile, de parte de toda la ciudadanía y de generaciones que nacieron al inicio de la democracia, de saber qué es lo que había pasado. Una necesidad de conocer cuál era la banda sonora de esos tiempos, cuáles eran los problemas, en qué se traducía la dictadura, cuáles eran las prohibiciones, porqué era condenado ser comunista o socialista o pertenecer a un grupo político. Toda esa necesidad de memoria, se encuentra con Quilapayún».

La experiencia chilena

«En Chile se ha intentado instalar una especie de liberalismo, ultraliberalismo, sin ningún resguardo para las personas. Eso ha generado situaciones injustas, en muy distintos órdenes. Hoy hay en Chile un movimiento muy fuerte de reivindicación de la universidad pública, que durante la época de Pinochet y durante los gobiernos de concertación fue desmantelada. La gente ya está cansada de esa situación. Hay un clima de protesta, de cansancio, y eso significa que la potencia de las canciones que reivindicaron la libertad, la democracia, la justicia, la solidaridad, alcanzan una vigencia enorme. Por supuesto que nosotros somos solidarios con los estudiantes».

Una estudiante en particular, se ha convertido en un fenómeno. Pero Camila Vallejo, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, no impresiona a Fernando Carrasco, colaborador de siempre y ahora integrante de Quilapayún:

«Camila en cierta medida es la cara visible, pero hay muchos Giorgio Jackson [presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica] y muchas Camilas Vallejo. Yo soy académico de Chile y me toca estar en todos los claustros académicos y estamentales de todos los estudiantes y realmente me tiene impresionado la categoría de discurso que tiene la juventud. Es un discurso radical pero que no excluye a nadie; por eso la gente los apoya mucho».

Venceremos

Tercera llamada. Principiamos.

Un teatro lleno. Los asistentes esperaron tres años para de nuevo recargar sus cuerpos sobre los rojos asientos acojinados del Metropolitan. La imagen sobre el telón, una pared manchada, derruida, toma forma hasta convertirse en un rostro familiar, al menos para las casi tres mil personas que la observan. Piel morena a blanco y negro, rasgos fuertes y marcados en un fondo rojo. A un costado, su nombre en letras amarillas. Víctor Jara.

En cierta forma, queda en Quilapayún un pedacito de Víctor Jara. Él fue su director artístico durante un tiempo. Escribió muchas de las canciones que el conjunto toca hasta el día de hoy. Los quilapayuneros lo recuerdan; un poco con el ánimo de cuentas pendientes. Recordarlo, asesinado en un estadio, con cientos de chilenos como él, es recordar la esperanza de un mundo mejor.