Assata Shakur: un muro es sólo un muro y nada más que eso

Por Carolina S. Romero

Reseña,  Assata Shakur: Una autobiografía. Capitan Swing, Madrid, 2013.  Prefacio, Ángela Davis.  Prólogo,  Lennox S. Hinds. Traducción al español,  Ethel Odriozola y Carmen Valle. (Edición original Zed Books, Londres, y Lawrence Hill, Westport, Ct, 1987).

Me encerraron los sin ley.

Me esposaron los odiadores.

Me amordazaron los codiciosos.

Y, si hay algo que sé

Es que un muro es solo un muro

Y nada más que eso.

Se puede derribar.

–Assata Shakur

Es una grata noticia que la autobiografía  de Assata Shakur  ahora se difunda en tierras de habla española en las mismas fechas que su persecución se intensifica dramáticamente por parte del FBI y la policía de Nueva Jersey. Impotentes porque ella se burló de sus muros desde hace 40 años y sigue en libertad hasta la fecha, los terroristas de estas instituciones la pusieron en su «lista de terroristas más buscados»  y aumentaron la recompensa por su captura a dos millones de dólares el pasado 2 de mayo.

Assata Shakur fue detenida el 2 de mayo de 1973 y luego sentenciada a toda una vida en prisión por la muerte de un policía.  Después de pasar seis años y medio tras los muros, se fugó el 2 de noviembre de 1979 con la ayuda de sus compañeros del Ejército de Liberación Negra (BLA). Vive exiliada en Cuba desde 1984.

Su fascinante autobiografía cuenta un largo viaje de conciencia desde su infancia marcada por el sistema de apartheid en el sur de Estados Unidos,  hasta su participación en el Movimiento de Liberación Negra que sacudió los cimientos del país en los años 60 y 70.  Con franqueza, humor y lucidez, Assata reflexiona  sobre los muros sociales y psíquicos que ha tenido que enfrentar en las varias etapas de su vida, y sus maneras de atravesar, esquivar o derribarlos.  De cierta manera, su historia muy personal también es la crónica de todo un movimiento. Y algunas de las expresiones más conmovedoras de la historia se encuentran en los poemas que marcan el compás del viaje.

Dice la traductora Ethel Odriozola: «Cuando leí este libro la primera vez, me impresionó mucho,  tanto como relato histórico como por la fuerza  e inteligencia de Assata y la  tremenda actualidad y utilidad de sus planteamientos para los movimientos políticos y  sociales en los que andábamos…»

Agrega la traductora Carmen Valle: «A mi lo que me gustó en unas primeras lecturas es que, como voz de mujer, no se erige en personaje, no predica y eso me parece muy valioso».

La autobiografía comienza en la Autopista de Nueva Jersey. «Había luces y sirenas. Zayd estaba muerto. Mi mente sabía que él estaba muerto. El aire era como cristal frío”. El coche en que viajaba Assata con sus compañeros Zayd Malik Shakur y Sundiata Acoli había sido detenido por la policía. En un tiroteo, Zayd fue asesinado y Assata gravemente herida. Assata y Sundiata fueron detenidos y acusados de asesinar al policía Werner Foerster, y en una maniobra de pura saña, los dos fueron acusados del asesinato de su propio compañero Zayd. En este capítulo duro y doloroso, Assata cuenta la tortura que vivió en el hospital durante varios días. Contra las expectativas de sus captores, sobrevivió.

Tu moriste

Yo lloré

Y seguí poniéndome de pie.

Un poco más despacio.

Y de forma mucho más letal.

                                        ––A.S.

El drástico cambio de escena en el segundo capítulo da un momento de respiro. En Wilmington, Carolina del Norte, la niña Assata vivió con sus abuelos en una gran casa de madera completada con porche y columpio. Sus bisabuelos pensaban que la casa les pertenecía, pero como solía pasar a las familias negras en el sistema de dominio blanco,  se les fue arrebatado por los abogados y la letra pequeña de un contrato. Por eso, sus abuelos se vieron obligados a comprar la casa de nuevo.

Mirando atrás, Assata se da cuenta  de las diferencias de clase que existían en la  comunidad y de los esfuerzos de su abuela para que se convirtiera en parte de la llamada «burguesía negra». La niña sólo debía jugar con los «niños decentes» y con frecuencia fue acusada del «delito de jugar con ratas callejeras». «Resulta», dice Assata, «que tenía una rata callejera bajo su techo y ni siquiera lo sabía».

Por otro lado,  sus abuelos le dieron valiosas lecciones: «Toda mi familia se esforzaba por inculcarme un sentido de dignidad personal, pero mis abuelos en esto eran verdaderos fanáticos. Una y otra vez me decían: ‘Tú vales tanto como cualquiera. No dejes que nadie te diga que son mejores que tú’. Mis abuelos me prohibieron estrictamente que contestara ‘Sí, señora’ y ‘Sí, señor’, o que me mirara los zapatos o hiciera gestos serviles al hablar con los blancos. ‘Cuando hables con ellos, les miras a los ojos’, me decían. ‘Y habla en voz alta para demostrar que no eres tonta’».

Los abuelos operaban una de las pocas playas abiertas a los negros en un mundo de segregación racial, y ahí Assata se enamoró del mar. Le encantaba comer, bailar y escuchar la música de Fats Domino, Nat King Cole, Chuck Berry, Little Richard, The Platters, Brook Benton, Bobby ‘Blue’ Bland, James Brown, Dinah Washington, Maxine Brown y Big Maybelle. En más de una ocasión vio la manera en que sus abuelos corrieron a posibles integrantes del Ku Klux Klan que venían a hacer destrozos en la playa.

Debo confesar que los valses

no me emocionan.

No despiertan mis simpatías

las sinfonías.

Supongo que tarareaba el Blues

demasiado temprano,

y pasé demasiadas noches

aullando a la lluvia.

                                    ––A.S.

Comenta Carmen con respecto a la traducción que «un elemento de desafío es la dureza de algunos de los episodios que relata», y afirma que «el placer de la traducción surge al abordar el desafío y al percibir el sentido del humor que la ayuda a ella a sobrevivir y a quien traduce a sobrellevar la dureza del proceso. También ayuda la inteligencia con que ha dispuesto el orden de los capítulos, intercalándolos de forma que lo duro nunca llegue a ser insoportable».

Ethel destaca que traducir este libro «fue un aprendizaje constante, en cada relectura sacábamos otras cosas, nos íbamos entusiasmando cada vez más, discutíamos los pasajes, alucinábamos con su garra, su humor a pesar de todo, la forma que tiene Assata de pensar en lo cotidiano, en cada acción como algo político, que tiene que tener una coherencia con su apuesta por cambiar las cosas».

En el Capítulo 3, Assata cuenta que un día una guardia en la cárcel del condado de Middlesex llegó con una cesta llena de chícharos.

–Toma. Queremos que limpies estas verduras.

–¿Cuánto me van a pagar?

–A los reclusos no se les paga nada, pero si las limpias, te dejaremos la puerta abierta mientras lo haces.

–Yo no trabajo gratis. No voy a ser la esclava de nadie. ¿No sabes que la esclavitud fue declarada ilegal?

–No  –dijo la guardia– te equivocas. La esclavitud fue declarada ilegal con la excepción de las cárceles. En ellas la esclavitud es legal.

«Lo miré y efectivamente, tenía razón. La Decimotercera Enmienda a la Constitución lo dice. . . . Bueno, eso explicaba muchas cosas. Explicaba por qué las cárceles y penitenciarias de todo el país están llenos de rebosar de gente negra y del Tercer Mundo, porqué tantos negros no pueden encontrar trabajo normal fuera y se ven obligados a sobrevivir como mejor saben. Ahora sí, cuando estás en la cárcel, hay un montón de trabajos y si no quieres hacerlos, te dan una paliza y te meten en una celda de castigo. Si cada estado tuviera que pagar a obreros normales para realizar los trabajos que se obliga a hacer a los presos, los sueldos alcanzarían los miles de millones de dólares. . . . Las cárceles son un negocio muy lucrativo. Son una forma de perpetuar la esclavitud de forma legal. . .»

Retratada en la prensa y en el libro Target Blue del ex jefe de policía Robert Daley como «el alma del BLA» y la persona  responsable de una larga lista de delitos, Assata Shakur fue sometida a seis juicios bajo cargos de robos de banco, secuestro  y/o asesinato de narcotraficantes y atentados contra policías. En todos estos casos, los cargos fueron desechados o ella fue absuelta o hubo un jurado dividido.  Sin embargo, en el caso del asesinato de Foerster, un jurado íntegramente blanco encontró a Assata culpable.

En la estructura de este libro de contrastes y sorpresas, se alternan sus batallas contra el sistema jurídico y penal con escenas cotidianas en las varias etapas de su vida.  Además de relatar las vivencias familiares y escolares de su infancia, Assata reflexiona sobre su rebeldía juvenil en las calles de Nueva York, su acercamiento a los movimientos de liberación y antiguerra en los años 60, sus experiencias con los Panteras Negras y el BLA, su encarcelamiento, su decisión de fugarse y su llegada a Cuba. Sigue derribando muros. Y sigue siendo un rayo de esperanza para los incipientes movimientos en las comunidades negras y para las luchas en el mundo que claman libertad.

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El libro está disponible  a través de la editorial Captain Swing,  las librerías Gandhi y otras librerías. Pregunta por la mejor opción de conseguirlo en tu ciudad.

Assata Shakur: Una autobiografía se presenta el viernes 4 de octubre a las 4 de la tarde en el espacio de Radio Zapote en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Habrá proyección del hermoso documental Los ojos del arco iris y plática con la traductora Ethel Odriozola.

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Más información sobre Assata Shakur se encuentra en los siguientes enlaces:

En español

Artículo publicado en mayo del 2013

http://amigosdemumiamx.wordpress.com/2013/05/13/assata-shakur-cual-es-la-amenaza-que-represento/

En inglés

http://www.afrocubaweb.com/assata.htm 

http://terryhowcott.com/closeup.asp?cid=9&pid=862&offset=43