¿Quién tiene el poder sobre nuestros cuerpos y nuestras libertades?

Por M. Jacqueline Villarruel Ortega

 

Yo sé que aunque me digan en el centro de salud, que tengo que hacerme la salpingo para no tener más hijos, nada ni nadie puede negarme el derecho a elegir sobre mi propio cuerpo, sé que todas y todos somos iguales y tenemos los mismos derechos.
Clara, Potioja 2°, Salto de Agua, Chiapas

 

Cuando lo pienso, es difícil como mujer, contestar estas preguntas: ¿quién determina nuestras acciones? ¿quién tiene el poder suficiente de decidir sobre nosotras? ¿quién es ese ser invisible que nos niega, reprime e incluso condena?

El proyecto de Casa de la Mujer IximAnsetic y de Artículo 19 nos ha permitido caminar a un lado de mujeres indígenas, campesinas y mestizas que defienden su derecho a estar informadas; en este proceso, las mujeres se han reconocido como sujetos de derecho al utilizar la información para la toma de decisiones sobre sus propios cuerpos y destinos.

Sin embargo, las políticas públicas y los programas sociales enfocados al desarrollo de las mujeres, reprimen la libertad de expresión, de decisión y pensamiento; ejemplos claros los tenemos en las comunidades del Valle de Tulijá, ubicadas en la zona norte del estado de Chiapas, en donde las beneficiarias del Programa Prospera son presionadas verbal y psicológicamente para realizarse la salpingoclasia con el argumento de que las mujeres que están inscritas al programa no deben tener más de tres hijos.

En ese sentido, los primeros días de abril de 2016 (11, 12 y 13), el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), en conjunto con el Programa Próspera,obligó a las mujeres a realizar una prueba, con la intención de alcanzar otro grado escolar. Incluso, si no se presentaban, se les condicionaba el apoyo del programa. El examen se realizó en el Colegio de Bachilleres de Palenque, vía internet, sin considerar la brecha digital. Las asistentes resaltaron que no sabían utilizar esos medios electrónicos pero el capacitador del INEA, advirtió que eso no era un impedimento, porque habría personas que contestarían el examen por ellas. El único requisito fue presentarse con los documentos de Prospera, tomarse una fotografía y realizar una encuesta. De acuerdo a estas condiciones, obtuvieron un grado escolar más.

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega

Con la lógica del garrote y la zanahoria. La opresión sobre las mujeres no termina con regalarles –obligarlas a obtener– grados académicos, a su vez les exigen aprenderse los nombres de todos y todas las funcionarias de Prospera; a cambiar sus televisiones por pantallas planas; a limpiar los centros de salud aún cuando hay presupuesto para estas acciones; y a censarse para infringir miedo y tener un método estatal de control y no estadístico. El beneficio de tener un grado académico mayor, una televisión nueva y un centro de salud limpio, si fuera opcional y no las vulnerara, sería un indicador de desarrollo humano, pero cumplirlo únicamente para demostrar resultados, resulta aberrante y desgarrador para cualquier sociedad.

Seguramente podríamos ir sumando más ejemplos a esta lista de violencias que atraviesan la vida de las mujeres por parte de los programas sociales, como la cooptación de votos en las elecciones o el deber que se les impone de asistir a «consultas médicas», aún cuando no están enfermas o no lo requieren, con la intención de adoctrinarlas con una visión partidista, proselitista y hegemónica del desarrollo. La visión del gobierno sobre el empoderamiento de la mujer es aquella en la que las mujeres se educan en la sumisión partidista, no tienen hijos por la esterilización forzada, se informan por el televisor, y se les amenaza para que progresen mientras restringen su libertad de expresión. Vaya panorama, me viene a la mente la declaración feminista autónoma y el olvido de nuestras comunidades.

«(…) La subordinación común ha sido marcada en nuestros cuerpos, esa marca imborrable nos constriñe a un lugar específico de la vida social. No somos mujeres por elección, mujer es el nombre de un cuerpo ultrajado, forjado bajo el fuego. Mujer es el lugar específico al que nos ha condenado el patriarcado y todos los otros sistemas de opresión. (…) Trabajamos cotidianamente para enfrentar las cadenas internas y externas que nos mantienen en aquellos lugares dispuestos para nosotras por elentramado de poder (…)» [Declaración Feminista Autónoma, Ciudad de México, 2009]

Una mujer indígena que vive violencia familiar, en contextos sistemáticos de represión, omisión y obligaciones al Estado para obtener la canasta básica, olvidada por la voz comunitaria y vulnerada en el desarrollo de capacidades, no puede tener libertad. El derecho a la información es una herramienta de combate a la corrupción y los sistemas patriarcales anclados, pero se necesita mucha valentía, resistencia y sobre todo tolerancia a la frustración para lograr un cambio relevante.

Estos poderes invisibles que se instalan en cuerpos femeninos y limitan nuestra vida y dignidad humana, se han limitado con el reconocimiento de nuestros derechos. Por ejemplo, las mujeres informadas, no fueron al examen, no se han hecho la salpingoclasia y han denunciado a funcionarios que condicionaron su voto.

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega

Las mujeres informadas, han hecho denuncias públicas, cartas que obligan a las autoridades a dar respuesta por escrito de la información que les dan en las comunidades, han dado talleres entre ellas para conocer las reglas de operación del programa; incluso a las promotoras del INEA y Prospera les dieron un taller para invitarlas a apoyarse entre mujeres y evitar reconocer como legítimos los intereses de los gobiernos. Se han reunido, cuestionado y trabajado porque más mujeres estén informadas y más allá del falso empoderamiento, se construya la autonomía de cada mujer.

Mercedes Olivera, menciona: «no debe existir un lugar en el mundo donde haya alguien que manda, porque si existe, quiere decir que siempre hay alguien que obedece». Muchas mujeres están luchando y deben luchar por construir y deconstruir su libertad, el principio es saber que podemos hacerlo, utilizando herramientas como la información para hacer denuncias y exigencias cada vez más puntuales en el ejercicio de nuestros derechos, acorde a nuestros contextos y en la búsqueda por un mundo más humano e igualitario.

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega

Fotografía: M. Jacqueline Villarruel Ortega