Mareas de color violeta (2 de 3). #24A en Cuernavaca

Fotografía de portada: CC By-NC Alejandra López

El domingo 24 de abril, en el marco de la «Movilización nacional contra las violencias machistas», diferentes colectivas feministas (Divulvadoras, Comunicación Intercambio y Desarrollo Humano para América Latina [CIDHAL], Comité contra el feminicidio, La alambrería, etc.) así como feministas independientes y compañerxs solidarixs, organizaron, en la ciudad de Cuernavaca, una rodada en bicicletas y una jornada cultural para manifestarse, buscar vinculaciones solidarias y generar consciencia respecto al tema. Además de las colectivas y gente que acudió expresamente al evento, se sumaron personas que transitaban por la calle y se encontraron con el acto político-cultural.

Las y los asistentes escucharon sobre el hartazgo de que las mujeres no puedan caminar en la calle sin ser agredidas o acosadas sexualmente, teniendo que cuidar la hora, el lugar de tránsito, y la vestimenta. Escucharon sobre el hartazgo de que la crianza de lxs niñxs recaiga casi exclusivamente en las mujeres, así como el trabajo doméstico, que además no es reconocido por no ser remunerado. Se mencionó el hartazgo de que el Estado sea omiso y cómplice ante la violencia feminicida; de que en los medios masivos de comunicación violenten a las mujeres con contenidos sexistas y misóginos, con publicaciones que las culpan de la violencia que se ejerce contra ellas; hartazgo de la música que las refiere como objetos sexuales carentes de valor; de la publicidad que las representa como tontas, interesadas o desprotegidas, o que incita al asco de los propios cuerpos y lo que sale de ellos, como la menstruación. «No queremos estar en nuestros días, queremos que todos sean nuestros días y sentirnos seguras» declaró una oradora.

Con la lectura pública del pronunciamiento, las adherentes reclamaron también a la sociedad en general:

Estamos hartas de perdonar la violencia por amor, de aceptar maternidades como castigo por vivir una sexualidad libre o por ser víctimas de una violación[1], hartas de ocultar nuestra sexualidad por ser mal vistas y criticadas, hartas de amar a otra mujer a escondidas.

[1] En Morelos, a pesar de la promesa de campaña del gobernador Graco Ramírez de modificar la ley al respecto, el aborto aún está penalizado; mientras que en la Ciudad de México se cumplieron nueve años de su despenalización y de su práctica legal a nivel público y privado (sin obviar las enormes aristas que conlleva un cambio de tal magnitud, empezando por la negación del servicio por juicio moral condenatorio de una parte de la población y del personal de salud).

También se cuestionó que la sociedad haya normalizado el acoso sexual que se ejerce sobre las mujeres ya que, apuntaron: «esto dificulta la denuncia pública, su castigo y fomenta la impunidad». Se expresó enérgicamente el hartazgo de que diariamente se cometan siete feminicidios con total impunidad.

Se resaltó que las violencias social, económica y política no afectan por igual a mujeres y hombres; que la normalización de la violencia contra las mujeres ha cobrado tal impacto en la sociedad que se justifica al agresor y se cuestiona la voz y el testimonio de las mujeres que la padecen, en espacios públicos como privados.

Informaron que en Morelos, los municipios de Cuernavaca, Cuautla, Yautepec, Jiutepec, Temixco, Yautepec, Xochitepec, Emiliano Zapata y Puente de Ixtla son los más violentos para las mujeres; que desde el año pasado, en que se decretó la alerta de violencia de género contra las mujeres en Morelos, se han registrado 45 feminicidios y que en lo que va del sexenio se contabilizan 185.

El pronunciamiento también señalaba:

Salimos a gritar que somos personas y tenemos derechos […] exigimos: derecho a caminar sin que nos molesten, a vestirnos como queramos y que eso no sea una excusa para que nos acosen o nos violen, derecho a decidir sobre nuestras cuerpas, a amar libremente sin ser señaladas o juzgadas, a elegir ser madres o no, a una vida digna y libre de violencias.
Exigimos acciones que garanticen nuestra seguridad social, nuestra vida cotidiana y procesos legales que no impidan nuestras denuncias. Queremos que las dependencias que se encargan de la atención a mujeres en situación de violencia cuenten con personal sensibilizado y profesionalizado pues estamos hartas de que pongan en duda nuestra palabra, que juzguen nuestra vestimenta y nuestros actos para justificar las agresiones y que nos presionen para que los procesos queden inconclusos.Exigimos respeto sin condición alguna, por ser personas. […] Exigimos a los medios de comunicación que cuestionen sus discursos, sus imágenes, sus contenidos. No permitiremos más violencia simbólica. […] Queremos espacios libres de violencia, maternidades elegidas, reflexionadas y derechos que permitan abortar si así lo deseamos porque éste es nuestro cuerpo.Estamos hartas y tenemos rabia, una digna rabia que hemos organizado, que transformamos en alegre rebeldía, una rabia que nos invita a bailar en comunidad, que nos invita a construir, a transformar la realidad agobiante con círculos de mujeres amorosas. Tenemos miedo pero éste no nos paraliza, nos mueve a defendernos, a ser sororarias, a tejer redes, a crear manada. Este miedo, este hartazgo, esta digna rabia nos mueve a ocupar las calles, un espacio que también es nuestro y que retomaremos como campo de batalla todas las veces que sea necesario para demostrar que las mujeres podemos organizarnos y que vamos a defendernos. No estamos solas, somos muchas las que caminamos y construimos juntas, las que se unen y sueñan, porque así somos más fuertes. Salimos a las calles a decir fuerte y claro: ¡ni una muerta más, ni una mujer menos!, porque todas las compañeras desaparecidas, asesinadas, nos hacen falta […] su voz se volvió nuestra voz. Salimos a decir que vivas nos queremos pero también nos queremos felices y gozosas, independientes, autónomas, libres. No toleraremos más las violencias machistas. Si tocan a una responderemos todas. —Concluye.

Entre las actividades se realizó un mural para la visibilización del acoso en el que se invitaba a mujeres a escribir sobre sus experiencias (tal como se hizo en redes sociales pero en vivo, con presencia conjunta de escritoras y lectorxs). En otro espacio se realizaron dibujos y se escribieron ideas, deseos y exigencias para detener las violencias vividas por las mujeres. Se ofreció un taller de esténcil para la autoexpresión y otro de elaboración de toallas sanitarias ecológicas en el que se abordaron los temas de cómo vivir la menstruación como un proceso de sanación; el tema de la ecología, de por qué usar estas toallas, de cómo generar formas más solidarias y de empoderamiento con estas alternativas para los propios procesos corporales; se informó cómo afectan las toallas desechables ya que contienen blanqueadores, tintes y aromatizantes que irritan la piel de la vulva y por la cual el cuerpo absorbe esos químicos, además de que debido al plástico que contienen se presentan muchas infecciones por hongos.

Fotografía: CC By-NC Héctor Gaitán

Fotografía: CC By-NC Héctor Gaitán.

Entre los actos escénicos hubo un performance en el que dos jóvenas exploraron su cuerpo mientras se pintaban de pies a cabeza y realizaron una pequeña instalación con objetos como una muñeca, un zapato, ropa interior de mujer, velas, una madeja de estambre y una toalla sanitaria; al final leyeron un texto reivindicando la propia expresión, la expresión por las genealogías femeninas acalladas en el pasado y contra las expectativas sociales idealizantes del ser-mujer. Otra compañera, Cherry hizo rap feminista, y otra compañera más (no escuché su nombre) cantó con su guitarra a favor de la unión entre mujeres. Una chica subió a leer algunos chistes misóginos y preguntó después a lxs asistentes si les hacían gracia, porque a ella no. El coro de voces que respondieron ¡no! socavó algunas risas que se escucharon entre el público. Señaló estos chistes como ejemplos de una violencia simbólica que se vive cotidianamente y que es reforzadora de estereotipos de género que dictan cómo deben ser las mujeres y qué es lo que las hace mujeres. Finalmente hizo una invitación a cuestionar nuestros discursos dado que estos producen realidades violentas.

Durante el tiempo de la jornada el micrófono estuvo abierto a la participación voluntaria y varias jóvenas y adultas, subieron a la tarima a relatar algunas de sus experiencias de acoso sexual, callejero, de violencia obstétrica, institucional, familiar y en la escuela. Algunas leyeron testimonios provenientes de la convocatoria #miprimeracoso –ejercicio de visibilización convocado y llevado a cabo en redes sociales, en el que miles de mujeres compartieron experiencias de acoso que habían vivido. Este acto colectivo conmocionó a amigxs y familiares al develar la altísima frecuencia de agresiones, de diferentes intensidades, que las mujeres han sufrido desde la infancia o la pubertad hasta la edad adulta–. La constante ante las agresiones inesperadas fue un alud de sentimientos de miedo, confusión, impotencia, tristeza, frustación y enojo, ya fuera una experiencia de la infancia o posterior. Por ejemplo, una participante compartió que tras 40 años de ser feminista, de conocer la teoría y haber tenido experiencias anteriores de acoso, frente a un nuevo episodio de estos, aún se desequilibra. Expresó entonces su gran preocupación por las niñas y niños e hizo un llamado a los hombres a tomar consciencia y decidirse por una posición solidaria y de respeto para con niñxs y mujeres.

Participó después una compañera de la colectiva Las intrépidas –agrupación que cuenta con una bici-escuela con perspectiva de género e incluyente– y habló de la necesidad de perder el miedo a aprender y realizar actividades que tal vez anteriormente les habían sido prohibidas a muchas mujeres por considerarse exclusivas de los hombres, e invitó, sobre todo a las mujeres mayores, a que probaran el ciclismo para empoderarse.

Fotografía: CC By-NC María González

Fotografía: CC By-NC María González.

Testimonios

Sara, quien impartió el taller de elaboración de toallas sanitarias ecológicas, compartió su reflexión acerca de esta jornada cultural:

Fue muy bella, chiquita, como de por sí aquí es, no multitudinaria como de seguro fue en el Distrito [Ciudad de México] pero por lo menos mi taller fue súper lindo porque se acercaron mujeres de todas las edades y de variadas procedencias con una apertura bien chida, incluso hombres que estuvieron muy atentos, muy respetuosos, no sólo hombres que de por sí ubicamos como solidarios, sino externos. No recuerdo otra actividad de este estilo con una participación tan variada, aunque las compañeras de las colectivas son muy activas. Me voy encantada y conmovida con toda esta movilización que está habiendo, porque estamos en una crisis ya insoportable de todas las violencias y ha sido curioso porque a nivel personal han aflorado cosas que mueven, denuncias, la expresión de que estamos buscando sanarnos, buscando justicia y nuestra posibilidad a una vida sin violencia.

Casandra, del colectivo Divulvadoras, comentó que participó en la jornada debido al hartazgo de las violencias que ella y sus amigas han vivido; porque ve que nadie hace nada, incluyendo a la Iglesia, al gobierno y aún a las mujeres que a veces no se apoyan entre ellas mismas y se criminalizan unas a otras.

Me gustó que hubo mucha participación, cosa que no había visto en otros eventos, hubo gente que se animó a contar sus relatos, a escribirlos, fue conmovedor. Creo que estamos tocando fibras porque a todas nos pasan estas cosas. También encontré hombres que se acercaron a participar sin querer tener esa participación central y reflexionando sobre su propio ejercicio del acoso callejero. Que más hombres se den cuenta, que haya esperanza y que muchas personas describieran cómo quieren esta ciudad para sus hijas y nietas me hizo mucho bien». Ella participó haciendo el registro fotográfico del evento y compartiendo en el micrófono formas de acoso callejero para concientizar a la gente de la necesidad de detener esa práctica.

Xóchitl, feminista morelense e integrante de Radio Chinelo, quien participó en la organización del evento, considera que la jornada cultural fue exitosa dado que se acercó mucha gente a escuchar el por qué de las acciones que se llevaron a cabo en todo el país. Comentó que además de las actividades realizadas se estuvieron repartiendo volantes informativos para la comunidad y considera que el haber escuchado los testimonios tan fuertes de violencia contra las mujeres, que comienza desde que son niñas, generó empatía entre las asistentes y reflexión entre los hombres que es con quien también quieren trabajar ya que considera que son quienes ejercen esas violencias.

Respecto al nivel de violencia en el estado, dijo:

En Morelos queremos hacer un llamado a que el Estado deje de ejercer violencia y a que los hombres dejen de ejercer violencia. Es importante visibilizar la situación con estas magnitudes. Recientemente en redes sociales se vio que esas situaciones nos pasan casi a todas entonces no deben de minimizarse. Nosotras aquí pronunciábamos que éste es un evento que organizamos las mujeres, que no hay ningún partido político, ninguna institución participando, pero que sí es importante que ellos tomen medidas en el asunto porque en Morelos está activada la alerta de género pero sigue habiendo muchos casos de mujeres desaparecidas y de feminicidios. En lo que va del año llevamos 22 feminicidios, entonces nos parece necesario y urgente que realmente se hagan cosas concretas, en los hechos.

Sobre la importancia que le dan a esta clase de eventos, comentó:

Son importantes porque por un lado nos une a las mujeres para el nivel organizativo, porque nos han enseñado que no podemos trabajar juntas. Este tipo de acciones nos hacen sororarias, nos hacen tejer redes y externar cosas que a veces no podemos comentar porque también nos han enseñado que tenemos que callar, como esta misma idea de culpabilizarnos por la violencia que se ejerce hacia nosotras como si fuéramos nosotras quienes la causan. Por otro lado creo que es importante que la gente reflexione que tienen que modificarse las conductas desde la educación de los hijos e hijas para que no se sigan ejerciendo este tipo de violencias, que se han naturalizado y normalizado tanto que a veces la propia sociedad cuestiona a quien es víctima, a quien se acosa, a quien se viola y en los casos que se llega a hacer una denuncia es muy difícil que éstas procedan, hay muchas trabas. Entonces hay que hacer un trabajo muy grande de sensibilización, de información, de cambio conductual. Nosotras buscamos usar las vías artísticas para que no sea como siempre sólo el discurso, sino el performance o el uso de imágenes que den el mensaje la población.

Diego, oriundo de Cuernavaca, opinó:

El evento de hoy me pareció muy bueno, creo que son los albores, los primeros movimientos de esta naturaleza que se están realizando aquí en el estado y creo que son de importancia fundamental para empezar a cambiar la mentalidad de todos. A mí lo que más me impactó fueron los testimonios personales de las chicas porque son cosas que uno como hombre rara vez vive y si no las vive, rara vez se las imagina; yo sí me quedé sorprendido e impactado y estoy seguro de que no fui el único y que las personas que los escucharon reflexionaron que hay algo que está mal y que tenemos que cambiarlo.

Respecto al impacto o resultados de este tipo de acciones, compartió:

Pienso que ayudan a crear vínculos más cercanos entre las chicas para que en lugar de que se siga el estereotipo de que son competitivas entre sí, sean más unidas y nos ayuden a los varones, como a la sociedad en general, a crear consciencia acerca de estas cosas. También se genera reflexión sobre el tema de que el patriarcado y los estereotipos sobre las mujeres se tienen que acabar, no sólo porque sean nuestras madres, hermanas, hijas o novias, sino porque todxs somos seres humanos, todxs somos iguales y todxs merecemos respeto.