La valiente apuesta teatral de Caborca

Fotografía de portada de Jorge Salgado Ponce

Ahora la muerte es una invitada que nunca se va.
Diáologos de Caborca

Ha pasado casi una década desde que Felipe Calderón comenzó una estrategia de guerra abierta, violenta y sin tregua alguna en contra de un supuesto enemigo común: el narcotráfico. Con esa definición tan general, el enemigo comenzó a tener rostros jóvenes, comenzó a materializarse en decenas de miles de muertes y desapariciones, en desplazamientos, en la fractura de comunidades y poblaciones enteras, nunca esta guerra se materializó en la tranquilidad y bienestar que se prometía en discursos. Nunca la guerra tuvo rostro de paz. Esto, al igual que el propio combate al narcotráfico, es un contrasentido.

El Estado desató una suerte de esquizofrenia armada para combatirse a sí mismo, porque todo mundo sabe que partidos políticos, escanios de gobiernos, políticos y funcionarias públicas, son el rostro burocrático e institucional del crimen organizado. No su enemigo, sino uno de sus rostros. Pero lo fuimos asimilando entre la tragedia de la muerte diaria y la incertidumbre de que la guerra debe terminar algún día.

Este día no ha llegado aún. El hecho de que una apuesta teatral retome una historia como la de Caborca para hacer visible la normalización de todo este horror, no es un mero asunto creativo o estético. Pocos son los intentos de mostrar esta realidad de manera confrontativa desde el teatro, pero cada vez se aborda más la tragedia human que vive México para iniciar –en el mejor de los casos– un debate, una reflexión crítica, sobre lo que estamos viviendo en el país.

Caborca resulta una pieza polémica. Por un lado, el montaje es ambicioso, en su minimalismo industrial pero también en la presentación de personajes que no sólo encarnan la historia sino también se vuelven símbolos de nuestro presente: el gatillero, el cocinero, la madrina, la hija, el policía. Es difícil hablar de desparición forzada y muerte dentro del contexto de la guerra contra el narcotráfico sin caer en lugares comunes. Sin embargo, en este caso, la obra está en un borde muy interesante, juega con estos estereotipos y al mismo tiempo se aleja para que quien asiste al espectáculo los retome y los interprete de una manera muy personal, es decir para que, sean el espejo en el que podemos reflejarnos.

Fotografía: Jorge Salgado Ponce

Fotografía: Jorge Salgado Ponce

«Las artes teatrales se hallan ante la tarea de crear una nueva forma de transmisión de la obra de arte al espectador. Tienen que renunciar a su monopolio de dirigir sin réplica y sin crítica al espectador, y plantear representaciones de la convivencia social de los hombres que permitan al espectador una actitud crítica, incluso de desacuerdo, tanto hacia los procesos representados como hacia la misma representación» escribió Bertolt Brecht hacia 1933 y con esto quisiera apuntar que Caborca es esto, una puesta en escena que nos muestra un cuadro casi costumbrista de una realidad que aún nos atrevemos a negar. ¿Cuál sería nuestra crítica y nuestra reacción ante la muerte que no se va y se lo traga todo?

Cuando la organización habla, tu escuchas.
Diálogos de Caborca

Caborca, es además una historia en donde el enemigo común (repito, construido maniqueamente por su alter ego, el Estado) se muestra de una manera algo distinta. No es la misma forma en la que lo aborda el grupo teatral «Lagartijas Tiradas al Sol» en su magistral Está semabrada en sus campos, a través de monólogos e investigación, es otra forma de abordar a los personajes más polémicos. Y sus historias personales.

Fotografía: Jorge Salgado Ponce

Fotografía: Jorge Salgado Ponce

Hacer hablar a un gatillero, escuchar sus razones y escucharle una inquietud particular: «¿Por qué no hablar de las cosas buenas?». ¿Qué cosas buenas puede tener una profesión que consiste en ejecutar a quienes la organización decide que deben dejar la faz de la Tierra, y hacerlo de la manera más rápida y eficaz?

Si algo propone la obra de teatro es replantearnos nuestros juicios de valor sobre el ejercicio de un actividad criminal. ¿Qué pasa cuando nuestros destinos vitales nos llevaban a realizar actividades fuera de nuestras propias expectativas? No olvidemos los casos, aún polémicos para nuestras conciencias, de aquellas personas que fueron «violentamente requeridas» por la maña para desempeñar tareas especializadas y así engrasar una máquina tan extendida como lo es el crimen organizado.

Las diversas realiadades en que viven y sobrevivimos son tan complejas que ya no basta con señalar a ciertas personas como las responsables de crimenes y desapariciones, ahora también estamos convocados a comprender cómo llegaron a este punto y cómo se convirtieron en eslabones de una cadena que no les permite el ejercicio del libre albedrío. Los enajena a través de la violencia y los vuelve seres desechables aunque funcionales. Se aprende a matar y en adelante se normaliza la violencia. Eso es también México y Caborca nos lo recuerda constantemente. «Es tu dignidad contra sus AK-47»

Todos sabían pero nadie dijo nada.
Diálogos de Caborca

Lo que Caborca deja claro es que todo mundo sabe algo del problema, del asunto que nos trae de cabeza nacionalmente. Sabemos –y ese es nuestro inicio de complicidad– quien vende en las tienditas, quien distribuye, quién vigila, dónde se esconden, quiénes los encubren, qué negocios se manejan; todo mundo sabe pero nadie dice nada. No hablamos de desparición forzada, nos conformamos con hablar de levantones; no se habla de los temas de la maña en público, existe un silencio que también es responsabilidad nuestra y que nos compete romper y transformar en la lucha para transformar lo que sea necesario. Este también es uno de los argumentos de Caborca, la necesidad de no callarnos el horror. A pesar del miedo, a pesar de las amenazas, y para que éstas cesen y no se conviertan en una tragedia más.

Fotografía: Andrea López

Fotografía: Andrea López

Desde el teatro se nos está invitando a romper con la imposición del silencio. Se nos coloca nuevamente frente a un reto a partir de la exposición de lo que se espera suceda entre nosotros, la omisión de lo que sabemos, el ocultamiento de la información, el sometimiento al miedo de las armas y las torturas. Mirado desde este ángulo, el reto es superlativo, da en uno de los puntos nodales para comenzar a revertir el horror, ¿será que somos capaces de hablar y luchar abiertamente pese a todos los malos presagios?

Finalmente, la invitación es a asistir a esta puesta en escena y confrontar críticamente la prouesta teatral en su conjunto: su lenguaje, su estética, su mensaje, su estructura narrativa, en fin todo lo que implica un esfuerzo de esta magnitud. Tal vez no resulte fácil aceptar lo que se nos muestra y propone, pero en todo caso, el llamado a la sensibilidad y al cuestionamiento interno y colectivo es una de las riquezas potenciales de este trabajo, toca a nosotras y nosotros aceptar el reto.

La obra Caborca se presenta desde el pasado 5 de febrero y hasta el 9 de abril de 2016 en el sótano del Teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Se presenta viernes, 20:00 hrs y sábados a las 19:00. Suspende el 11, 12, 25 y 26 de marzo.
Dramaturgia: Paulina Barros Reyes Retana.
Dirección: Andrea Salmerón Sanginés.
Elenco: Alfonso Cárcamo, Mario Eduardo de León, Olga González, Alejandra Herrera, Roberto Ríos (Raki) y Leonardo Zamudio.

There is one comment

  1. Angel Francisco Rodríguez

    Es una obra que descubre la realidad, excelente para términos racionales y de cultura, esto es México, no quedarnos callados, felicidades y cuanto quisiéremos que esta obra l vieran muchas más personas. Felicidades.

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