La crisis de Nahuatzen: «el Estado no sabe la bestia que despertó»

Por Valentina Valle y Heriberto Paredes
Fotografías del año nuevo p’urhépecha 2013 celebrado en la comunidad de Nahuatzen.

 

Michoacán continúa siendo un nido de incertidumbre. No es con la llegada de Silvano Aureoles a la gubernatura que la situación de contubernio entre el crimen organizado y funcionarios públicos y políticos va a terminar. Aún falta mucho por investigar, por denunciar y sobre todo por impedir que se repita, y eso es algo que tiene muy clara la población en general: para reconstruir una vida más calmada es necesario acabar con el problema del Estado criminal desde la raíz, no sólo atacar sus síntomas.

La meseta p’urhépecha es ejemplo de que sólo la lucha por desterrar definitivamente al enemigo puede dar cabida a una manera diferente, más orgánica y legítima, de organización social. En este sentido la lucha que emprende el municipio de Cherán en abril de 2011 resulta un ejemplo determinante que influirá en los municipios colindantes y los de toda la región, a veces visiblemente, en muchas ocasiones con el silencio de los pueblos indígenas. Desde aquel momento el foco de resistencia y de autonomía que desató la comunidad cheranense se ha mantenido encendido y con una fuerza cada vez mayor, pese a la guerra vivida en el resto del estado y, sobre todo, pese a las distintas estretegias que el gobierno estatal y el federal han implementado para silenciar las revueltas y levantamientos ocurridos entre 2012 y 2014.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

Nahuatzen, sede del año nuevo p’urhépecha en 2013, se colinda con Cherán, con tal cercanía que la diferencia entre un contexto en donde no hay partidos políticos y se ha optado por la recuperación de un gobierno comunal, y el otro, plagado de criminales de todo tipo, políticos y sicarios, cobradores de cuotas, halcones, tiradores, es vertiginosa. Nahuatzen, la cabecera municipal, se ha mantenido en silencio pese a la revuelta de su vecina Cherán y pese a la fiesta de la autonomía que se vive hasta ahora ahí. No así algunas de sus comunidades, quienes pasaron del control criminal de La Familia Michoacana al de Los Caballeros Templarios junto con algunos intentos de resistencia, fueron acalladas rápidamente.

Muy cerca, en octubre de 2012, la comunidad de Urapicho –municipio de Paracho– decidió levantarse en armas y conformar una ronda comunitaria, uno de los modelos de seguridad con más tradición entre las comunidades indígenas; siguiendo el ejemplo de Cherán, integrantes de esta comunidad indígena colocan barricadas en las entradas del pueblo, se cubren el rostro y usan las pocas armas que logran recuperar para combatir al crimen organizado. Muy pronto, emisarios del gobierno estatal llegan a la comunidad y se entrevistan con los representantes de la ronda y llegan a un acuerdo: el establecimiento de una Base de Operaciones Mixta (BOM). Meses después de instalada, en la comunidad no hay un ambiente de seguridad y calma, la población sigue asustada y desconfía de los desconocidos que pasan por la calle, el ejército patrulla y la policía estatal recorre los caminos cercanos. Se sabe que aún están presentes Los Caballeros Templarios sólo que ahora operan de maner más selctiva y más discreta, siempre detrás del cobijo castrense y policiaco.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

En abril de 2013 –tan sólo mes y medio después de que se levantaran las autodefensas en Tierra Caliente– un nuevo intento por seguir el camino de Cherán, da sus primeros y únicos pasos como policía comunitaria. La comunidad indígena de Turícuaro, perteneciente al municipio de Nahuatzen, cuenta con algunos comuneros que deciden tomar las armas para intentar expulsar al crimen organizado y reconstruir el tejido social que muerte y miedo han dejado roto. No son muchos y no tienen el completo respaldo de la comunidad, por lo que resulta fácil infiltrarles y cooptar a quienes no están tan convencidos, de tal suerte que este intento de construir una seguridad comunitaria acaba desestructurado.

Finalmente, las Comunidades P’urhépechas Unidas (Cherato, Cheratillos, Oruscato y 18 de marzo, todas ellas del municipio de Los Reyes) deciden impulsar la figura de la ronda comunitaria en su territorio tras la desaparición del presidente del comisariado de Bienes Comunales el 22 de marzo de 2013; desde aquella fecha no se le volvió a ver al funcionario del cabildo que se negó a cobrar cuota a los comuneros por cada hectárea de aguacate producida ya que consideraba esto como una deshonra a la comunidad: extorsionar a su propia gente y entregar este dinero a un grupo criminal.

Luego del levantamiento armado de estas cuatro comunidades, la ronda comunitaria logra consolidarse como un cuerpo de seguridad que contiene medianamente a los Templarios, mientras que en el sur de este municipio las autodefensas combaten a muerte contra el mismo grupo criminal. Hasta la fecha, al ronda comunitaria se mantiene activa aunque disminuida en número, sin embargo, continúa siendo uno de los focos de resistencia que componen la meseta p’urhépecha y que antecedena a la crisis que recientemente evidenció en Nahuatzen el actual contubernio entre cártel y ayuntamiento.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

El violento despertar de Nahuatzen

En cada una de las barricadas que bloquean el paso a las entradas de Nahuatzen las llamas de las fogatas iluminan los rostros cubiertos de una veintena de hombres. No están armados, pero palos y piedras están a la vista al lado de la enramada que les sirve de cobijo. El chofer del autobús que de Pázcuaro sale a Cherán reporta continuamente su posición a la central y, pasando la barricada, pregunta preocupado si al regresar le darán paso: son las ocho y media de la noche y a las nueve los comuneros cerrarán la carretera. La tensión es tangible pero la respuesta afirmativa, así que el camión sigue. A diez minutos de distancia, Cherán, con su plaza animada de gente y niños jugando no parece otro municipio, sino otro mundo. Ahí, al día siguiente se da un encuentro con algunos comuneros de Nahuatzen que, por razones de seguridad, deciden salir del pueblo para contar su historia.

La raíz de los eventos que, a la mitad de octubre, prendieron los reflectores mediáticos sobre su pueblo, proviene de una problemática que la comunidad vivió, en junio pasado, con la colindante localidad de Sevina. En aquel entonces, el enfrentamientos entre los pobladores fue imputado a la disputa por la posesión de mil 400 hectáreas de tierra, conflicto que, aparentemente, se remonta a finales de los noventa y estaría relacionado con una resolución sobre reconocimiento y titulación de bienes comunales emitida por el Tribunal Agrario. Sin embargo, al parecer los predios en conflicto tienen más que ver con la campaña electoral de Miguel Prado Morales, candidato a presidente municipal para el Partido de la Revolución Democrática (PRD) –en coalición con el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido del Trabajo (PT), el Partido Humanista (PH) y el Partido Nueva Alianza (PNA)–, que con esta resolución agraria de 1999.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

Resulta, de hecho, que las tierras que los habitantes de Nahuatzen fueron a reclamar después de las elecciones, habían sido prometidas por Prado a comuneros de Sevina que, frente a la victoria electoral del susodicho candidato, exigieron ver recompensado su voto. La solución propuesta por Prado habría sido utilizar unas maquinarias procedentes de Morelia y destinadas a marcar los límites con la comunidad cercana de Comachuén, para modificar la pertenencia de estos predios al colinde con Nahuatzen. Al percatarse del engaño, comuneros de la cabecera municipal habrían acudido al lugar en disputa, donde fueron recibidos por elementos de la Fuerza Ciudadana, acompañados por el representante de Bienes Comunales, Noé Chávez, y otros sujetos encapuchados.

El resultado del enfrentamiento fue un herido, cinco vehículos incendiados, una caseta de vigilancia destruida y, más a largo plazo, casi un mes de bloqueos carreteros. A finales de junio el gobierno estatal logró calmar la discordia a través de una mesa de diálogo y algunos exponentes políticos de la precedente legislatura acudieron al lugar, como la titular de la Secretaría de Pueblos Indígenas, Martha Josefina Rodríguez o el subsecretario de Gobierno, Jesús Santillán Gutiérrez; el 24 de junio se firmó una supuesta tregua, cuyas resoluciones, sin embargo, denuncian los habitantes de Nahuatzen, que nunca fueron concretadas. Lo que en cambio se concretó fue la organización popular, que precisamente en este contexto vio el surgimiento de un Consejo Ciudadano, formado por representantes de los cuatro barrios de la cabecera municipal y de una Ronda Comunitaria que, aunque desarmada, se encargó de la seguridad del pueblo. Esta es origen tanto del Consejo Ciudadano que se opuso a la instalación del aparato de seguridad de Prado en el pasado mes de octubre, como de los siete «vigilantes» que resultaron heridos por el mismo.

La historia continua con la toma de protesta del ahora presidente municipal, Miguel Prado, el 1 de septiembre del presente año. Los comuneros cuentan que su primera acción como alcalde fue presentarse al pueblo acompañado por la Fuerza Indígena de Urapicho y un equipo de seguridad al mando de Silviano Murguía González, originario de Turicuaro, conocido en la región como «El Tauro» y señalado como jefe de plaza de los Caballeros Templarios, encargado del «cobro de piso» y de varias otras actividades delictivas perpetradas en la zona. Nahuatzen, que vivió esto como una abierta amenaza en su contra, respondió organizando una primera toma de las instalaciones municipales para rechazar la imposición de este cuerpo de seguridad, cuya finalidad, ya sabía, no iba a ser el cuidado del pueblo sino su destrozo.

Fotografía: Heriberto Paredes

Así luce una de las calles de Nahuatzen luego de los hechos de violencia ocasionados por la intervención de la policía estatal. Fotografía: Heriberto Paredes

Y por esta razón rechazó también la primera oferta de Prado que, en búsqueda de un acuerdo, prometió someter su seguridad pública a averiguaciones para comprobar su viabilidad. Los comuneros fueron muy claros: no es un asunto de aprobar exámenes, sino de que sea gente del pueblo la que se encargue de la seguridad.

En este punto de la narración, de hecho, toma espacio el recuerdo del «Güero», un director de seguridad de Huetamo que les fue impuesto después del homicidio del alcalde interino Wilfrido Flores Villa, asesinado en Pazcuaro en febrero de 2013 y que por meses mantuvo la población en estado de terror con constantes amenazas de «levantarlos hasta Tierra Caliente y ahí matarlos». Además, otra fuente de desconfianza fue la presencia, a lado de Prado, del secretario de Operación Política del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Martín García Avilés. Originario de Nahuatzen y hermano de Leonarda García Avilés, regidora elegida en la planilla de Prado, Martín García no dejó un buen recuerdo de su mandato como presidente municipal, y sus paisanos se dicen ahora preocupados por su cercanía no sólo con Prado sino también con el gobernador Silvano Aureoles Conejo. Luego de esta confrontación, que los testigos definieron «una batalla campal» y donde los comuneros fueron golpeados por los acarreados y amenazados de «amanecer en bolsas» por el propio presidente municipal, se rompió todo diálogo con las autoridades. Lo que siguió fue el levantamiento de la barricada rumbo a Arantepacua y la decisión de mantener la Ronda Comunitaria, financiándola a través de las cuotas que los puestos del tianguis pagan al ayuntamiento para la renta del espacio público.

Este precario equilibrio duró poco tiempo. El 16 de octubre fue el último día en que los integrantes de la Ronda pudieron utilizar el dinero del tianguis como fuente de sustentamiento. El día siguiente, elementos encabezados por «El Tauro» se encargaron de cobrar dichas cuotas y el Consejo Ciudadano reaccionó con la decisión de tomar la presidencia municipal y sacar a las Fuerzas Indígena y Ciudadana ahí asentadas. La euforia por la iniciativa popular duró un puñado de horas, antes de que en la madrugada, entre el 17 y 18 de octubre, un operativo conjunto de estas dos Fuerzas y algunos elementos encapuchados llegaran a la explanada municipal y empezaran a insultar, golpear e inclusive torturar personas que estaban apoyando el movimiento. El saldo fue de varios heridos y dos secuestrados.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

La respuesta fue inmediata: se decidió acudir al domicilio particular de algunos personajes de la comunidad y obligarlos a intervenir para resolver el asunto. Abraham Serna Maldonado, sindico propietario que los pobladores denuncian como ex encargado del narcomenudeo local; Marín Alvarado Paleo, empresario local presunto propietario de un bar donde el pueblo denuncia se reúnen cabecillas locales del crimen organizado y presunto integrante del escuadrón policíaco del «Güero» y del «Tauro»; y la regidora Leonarda García Avilés, fueron llevados a las instalaciones tomadas y amenazados de linchamiento si no hubiesen encontrado la manera de regresar a los «levantados». Tras unas horas y varias llamadas, se dio a conocer la ubicación de los secuestrados, que fueron encontradas en un terreno baldío, vivos pero fuertemente golpeados, y los tres «rehenes» fueron liberados. La noticia tuvo fuerte resonancia mediática y las autoridades estatales intervinieron.

El lunes 19 de octubre integrantes del Consejo Ciudadano acudieron entonces a Morelia para la firma de un acuerdo, que reconocía su constitución frente a un notario y establecía que ni el edil Prado ni su equipo de seguridad operarían desde la cabecera municipal. El clima de fiesta que recibió el Consejo de regreso de la capital tuvo sin embargo muy breve duración: alrededor de las ocho y media de la noche llegaron veinte y ocho camionetas de granaderos, acompañados por elementos del ejército y de la Fuerza Ciudadana. Las campanas de Nahuatzen, que se mantuvieron calladas durante estos dos años de levantamientos en el estado de Michoacán, ahora alzaron su voz y el pueblo se unió para defenderse de la embestida policíaca e intentar responder con cohetes a los lacrimógenos, y con palos a las balas.

Hubo heridos y dos comuneros detenidos, mientras que el pueblo logró retener tres granaderos, un hombre y dos mujeres, «nuestra garantía para que nos restituyeran los compañeros que se llevaron». La cifra de siete policías detenidos, manejada por la prensa oficial, esconde los detalles del intercambio de estos «rehenes», y no cuenta que los cuatro federales, al llegar a Nahuatzen, para rescatar sus compañeros fueron interceptados por dos camionetas de sujetos armados de procedencia desconocida, razón por la cual pidieron, frente al desconcierto de los comuneros, quedarse en el pueblo por lo menos hasta la mañana siguiente. Después de este último acontecimiento, una tensa calma ha regresado poco a poco en las calles de la cabecera pero a más de un mes de la primera protesta todavía no se ve una solución de este conflicto, y ninguna información oficial ha sido difundida acerca de la situación de gobernabilidad del municipio, ni por parte del gobierno del estado ni por la dirigencia del PRD.

Los comuneros se dicen unidos y decididos a seguir en su resistencia hasta las últimas consecuencias, en un plan de fortalecimientos de la Ronda Comunitaria y del Consejo Ciudadano. Por el otro lado, parece que el presidente Pardo sigue sin encontrar un ayuntamiento dispuesto a recibir su cabildo y se haya visto rechazado por Sevina, Comachuén y hasta por su propia comunidad Arantepacua. Rumores reportan que está operando desde Turicuaro bajo la protección del «Tauro», y tal vez desde allí firmó, en privado, el Convenio de Mando Único Policial cuyas fotografías aparecen en su estatus  de Facebook del día 7 de noviembre. A esta altura, y recordando las palabras de un poblador de Nahuatzen que dijo: «el Estado no sabe la bestia que ha despertado», lo único que se le puede desear es que, como anuncia en las redes sociales, el presidente y su equipo sean de verdad «concientes de la responsabilidad que esto conlleva».

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There are 3 comments

  1. Juan carlos

    Pues solo para decir que realmente los narcos son los que en la cabecera se encuentran tanto como el mentado Manuel Torres que por ahí se tienen unas grabaciones diciendo textualmente el pueblo me vale madre y yo muevo a la gente como se me da la gana el ingenuo no sabia reslmente que lo estaban grabando y diciendo a mantequilla (presunciósamente) mira mantequilla yo ya tengo quien me va a traer la droga y ustedes se van a encargar de distribuirla, vamos hacer una irganizacion que se escuche internacionalmente ahora que viene los torneos de gallo vamos atender un chingo para llenarnos la bolsas de dinero presume y de ahí con ayuda de Lalo nos vamos a extender a más comunidades ya ven que si sabe cómo dominar a la gente es que él ya tiene experiencia ya ven todo el desmadre que hizo en Morelia con los estudiantes, comenta y tiene un chingo de propiedades por las tranzas que hiso con proyectos bueno vamos hacer una chingoneria.
    Pero eso no queda ahí más delante se mostrará la grabación y no traten de embarrar gente inocente como miguel Prado, abraham Serna, martin García, Leonarda García y la administración que su única intención es sacar adelante el municipio pero por culpa de gente que no quiere dejar de seguir viviendo del gobierno lo están atrazando más.

  2. Judit

    Aquí dice que el presidente municipal los amenazo diciéndoles que iban a amanecer en bolsas cuando eso no es cierto. El Director de seguridad pública les dijo que el pueblo necesitaba a policías capacitados que supieran defenderse para que no les pasara lo mismo como a los policías de Uruapan quienes amanecían en bolsas. Que bien saben inventar chismes.
    Este mismo movimiento esta encabezado por el candidato de Moreno quien no supo perder en las elecciones y quien se dice que le robo millones de pesos a las casas de estudiantes en Morelia, junto con un vendedor o traficante de drogas que le promete a los jóvenes darle drogas a cambio de que los apoyen en este movimiento.
    Los mismos pertenecientes al Consejo Ciudadano y quienes los apoyan se la pasan aterrorizando y amenazando a quienes no los apoyan, extorsionan a familias con cuotas obligatorias y le roban la mercancía a los camiones de las empresas como Coca-Cola, Marínela y Bimbo quienes distribuyen en las tiendas del mismo pueblo.
    Una pregunta, como es esto diferente al crimen organizado?

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