Los Tamalistas: la dignificación de los oficios

Por Brenda Lira

 

El arte, socialmente hablando, ha sido asociado con ciertos espacios que lo separan de los sectores populares, en este sentido, también los oficios cuentan con una estigmatización y difícilmente pensamos en ambos juntos. Estas asociaciones  limitan  la convivencia marcada por los roles con los que se relaciona tanto al arte como a los oficios populares. Sin embargo, la realidad es que más allá de los conceptos, todos los oficios conllevan un esfuerzo, mientras que el arte sin importar los espacios conlleva una experiencia. Para Los Tamalistas el objetivo de romper con esta división, fue lo que dio vida al colectivo hace ya casi diez años. Como bien dice Daniel, tamalista y arquitecto, realizan el mismo esfuerzo, en ese sentido todos somos iguales.

Fotografía: Brenda Lira

Fotografía: Brenda Lira

Ubicados en el barrio de El Alto, en el centro de la ciudad de Puebla,  Los Tamalistas –colectivo autogestivo– «inició, como lo indica Sandra, hace nueve años con una galería-café, generando un espacio donde se podía escuchar música y apreciar exposiciones artísticas, mientras se consumía tamales; esto partió observando que la gente que consume tamales no consume obra y al revés, quienes consumen obra no consumen tamales». La familia de Daniel, quién junto con Sandra, Xochitl e Isaías organizan las actividades del colectivo, siempre se ha dedicado a los tamales, cuenta que la idea nació como parte de romper esta prejuiciosa separación que, además es la que ha generado desconfianza entre los vecinos y hacia el barrio de El Alto,  menciona que «el proyecto desde sus inicios tuvo que ver con la participación, la inclusión, la producción artística, y la producción gastronómica. Estamos en una campaña permanente de la dignificación de las profesiones, pues todos aquí somos oficiosos».

El barrio de El Alto, actualmente, es la parte arrinconada del centro de la ciudad de Puebla, marcándose una clara  división a partir del Centro de Convenciones y el Paseo de San Francisco (plaza comercial), hacia atrás se encuentra El Alto, y adelante, hacia el Zócalo, la zona turística y comercial, donde desde hace tiempo el gobierno ha realizado proyectos para «embellecerlo», proyectos que incluso han pasado por encima de la importante arquitectura colonial que caracteriza esta zona. Estas obras han afectado también a las personas que viven alrededor del centro. Desde la construcción del Centro de Convenciones y posteriormente el Paseo de San Francisco, los comerciantes del barrio fueron desplazados y arrinconados, problemática que se encuentra latente y se refleja en las condiciones de vida de la población y en las antiguas casas que se están cayendo. Existiendo así, una evidente decadencia y un frecuente desalojo.

Fotografía: Brenda Lira

Fotografía: Brenda Lira

Es aquí donde Los Tamalistas trabajando con la intención tanto de dignificar cómo de unir al barrio, llevan a cabo talleres, eventos artísticos y un tianguis. El tianguis, describe Daniel, se implementó «con el objetivo de consumir productos locales y de pequeños productores, para que la economía fluya, y así empezar a olvidarnos de las marcas que nos causan daño y pobreza, que financian guerras y muertes, así como para generar otro tipo de cultura lejos del narcotráfico y la violencia y de toda esa cultura que promueve la televisión, las radiodifusoras comerciales y el gobiernos para mantenernos sumidos en la indiferencia y el miedo».

Pero hay una celebración que es la que ha destacado a Los Tamalistas y por ello también al barrio de El Alto: son los días de muertos, tradición celebrada y esperada en tantos rincones del país. En éste, el colectivo organiza talleres para la creación de mojigangas (calaveras gigantes), que el último día de muertos adornan en procesión las calles del centro. La celebración inicia con las ofrendas, la exposición de obra plástica en torno a la muerte, la participación de músicos, grupos de teatro y danza. El programa dura tres días, pero la preparación inicia desde agosto y finaliza con la procesión. En el Teatro Popular José Receck Saade se celebra y se reflexiona en torno a la muerte, personas del barrio y allegados a Los Tamalistas, entre jóvenes, adultos, niños y ancianos, asisten para disfrutar y compartir.

Fotografía: Brenda Lira

Fotografía: Brenda Lira

Este 2 de noviembre, una vez más las calaveras gigantes cubrieron las calles. Aunque paralelamente el gobierno desde hace 3 años organiza un desfile, la gente reconoce las mojigangas y Los Tamalistas toman su propia dirección, diferenciándose del camino que sigue el desfile oficial. Los tambores suenan, los participantes  gritan «¿quiénes somos?: ¡Los Tamalistas!».  Llegando al centro algunas personas aplauden, el fuego y los malabaristas encienden la noche de alegría y color. No faltan los xoloescuintles representando la marcha. Hay calaveras de todos los tamaños caminando y bailando, hasta regresar de donde partieron, del barrio de El Alto. Ésta es la bella celebración que caracteriza a Los Tamalistas y que incluye a quien quiera integrarse.