Ayotzinapa, la herida abierta

Diez meses. Más de 300 días y el gobierno mexicano siguen sin dar respuesta ni esclarecer los hechos sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes y el asesinato de 6 civiles, tres de ellos alumnos de la misma Normal Rural «Raúl Isidro Burgos». En este crimen también resultaron heridas 33 personas. Y hasta el momento no ha habido ningún tipo de reparación ni pizca de justicia. Alarmante es que quienes orquestaran dicho crimen vivan hoy con total impunidad. Por eso ayer, 26 de julio, a 10 meses de que las 43 familias sigan exigiendo la aparición de sus hijos, como cada 26 de mes, nuevamente salieron a las calles, aunque el gobierno con el apoyo de los medios de comunicación comerciales intente mantener este horror en el olvido.

A las 16 hrs se dieron cita cientos de personas en el Ángel de la Independencia para alzar la voz en un reclamo de justicia por Ayotzinapa pero también por los ataques perpetuados contra las poblaciones zapatistas; así como el ataque a la población de Ostula en Michoacán y el asesinato del menor Hidelberto Reyes de tan sólo 12 años de edad. A la vanguardia como siempre las familias de los 43 jóvenes, seguidos por distintos contingentes entre los que se podía ubicar a la Coordinación de Asambleas de los Pedregales de Coyoacán, MAES (Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior), Adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, La Asamblea General de Trabajadores, El Frente Nacional Urbano Popular (FNAMUP), Bordados por la Paz, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), sectores 10 y 11 D.F. entre otros más. Aunque se notó la falta de participación de contingentes estudiantiles que en otras ocasiones han acompañado esta lucha.

Alrededor de las 17 hrs se hizo una parada frente al Antimonumento para luego continuar el recorrido hacia el destino final, el Hemiciclo a Juárez, en donde participaron diferentes oradores mientras la ciudadanía que paseaba en el centro de la capital miraba atenta el paso de los manifestantes. Las pancartas contenían una variedad infinita de mensajes y la demanda sigue vigente: ¡Fuera Peña!. Otras reprobaban la violencia que atraviesa el país, las reformas estructurales, los ataques a la educación, el encierro de activistas en cárceles, aumentando la larga lista de presos políticos.

Las participaciones en el templete también fueron en dirección a la organización desde abajo. Una compañera del Comité Promotor del Consejo Popular Municipal de Tixtla, compartió que ahí donde no se llevaron a cabo las elecciones se organizarán de manera colectiva y representativa y que la seguridad será ejercida bajo el resguardo de una policía comunitaria. Uno de los padres pedía comprensión, incluso manifestaba que si su hijo hizo algo malo él no estaría de acuerdo con ello pero que no era así, que era injusto que estuviera desaparecido y que sabían que se encontraban encerrados en los cuarteles militares y vivos. Una de las madres decía que había ocasiones en que no quieren ni comer, que al despertar lo único que hacen es pensar en que condiciones se encuentran sus hijos, si tienen frío, si están sanos, si comen bien. Asintiendo a su vez que esperaba entendieran su dolor y porque no pensaba dar marcha atrás hasta encontrarlo. La respuesta masiva a cada participación era al grito de ¡No están solos!.

Algunos de los participantes en el templete decían que las marchas ya no bastaban y que había que hacer algo más fuerte. Y es que es tanta la sangre derramada. También se hizo alusión al niño asesinado por el ejército en Ostula. Por último la participación de un joven de escasos 16 años tomo el micrófono para expresar su admiración por las familias, su constancia y fortaleza para seguir en pie de lucha. Compartió como pintó una bandera de México de negro y como está se ha ido despintando, finalizando que ésta llegaría a sus colores originales así como el país renacería con un espíritu más libre.

Para cerrar, algunas preguntas para pensarse

¿Qué peligro tan grande es ser joven hoy en día? Que sin más te desaparecen, te encarcelan o te quitan la vida. Lo cierto es que en la historia del pueblo mexicano se ha vuelto costumbre salir a la calle por una serie de injusticias que no cesan y Ayotzinapa marca un antes y un después para la población mexicana. Aún para los más indiferentes y apáticos la duda sobre la desaparición existe, aún cuando sus corazones quieren cerrarse y sus oídos censurarse. Empatía puede que nos falte como mexicanos/as pero sobre todo voluntad para cambiar las cosas.

 ¿Cómo están nuestros corazones para no dolernos, para no indignarnos con el dolor de miles de madres? ¿Estamos muertos, estamos secos? Estamos acumulando tantas perdidas, filas de injusticias y nuestro corazón ha muerto?

La pregunta que cabe hacer a cada persona en este país es: ¿Te cansarías de exigir justicia si el desaparecido fuera tu hijo? Resuelva usted lo que su corazón le dice.

Quizás nos acostumbramos tanto al horror qué pensamos que no existen otras maneras? O es que ¿el grado de egoísmo e individualidad rebasó los límites? O simple y llanamente, ¿somos presa del terror y nos sentimos incapaces e inmóviles para afrontar los horrores que estamos viviendo?