Jacqueline y Bryan, dignos y firmes en libertad

Fotografías de Regina López

 

Jaqueline Santana y Bryan Reyes, tal y como sus abogados lo indicaron desde un principio, fueron prisioneros del Estado desde el día de su detención, la tarde del 15 de noviembre de 2014. No hay otra manera de caracterizar el operativo en que fueron detenidos sino como un modus operandi del secuestro y de la privación ilegal de la libertad. Su posterior presentación ante un ministerio público –tras haber sido frustrada la desaparición forzada en una confusión entre policía capitalina y policía federal– no es sino la continuación de una estrategia de hostigamiento, represión y criminalización contra la protesta social.

Ambos militantes políticos desde su quehacer musical, pasaron cerca de 8 meses recluidos en cárceles capitalinas, Santa Marta Aactitla, ella, Reclusorio Norte, él.

Como era de esperarse la reclusión no fue sencilla –no porque estar en una cárcel lo sea para otros–, contó con un proceso de sobrevivencia duro, lleno de intentos para doblegarlos. A Bryan le costó varios traslados al interior del reclusorio, la pérdida de su espacio y de sus pocas pertenencias, cada movimiento significó golpes y maltratos. Sin embargo, luego de los primeros meses, el trabajo político organizativo comenzó a tener los primeros frutos para planificar estrategias que ayudaran a mejorar las condiciones de reclusión.

Afuera, la lucha jurídica avanzaba poco a poco a través del agotamiento de todos los recursos jurídicos. Sergio Soto, uno de los abogados del grupo que llevó la defensa, trató de reunir la mayor cantidad de pruebas para demostrar que la acusación de robo que pesaba sobre Jaqueline y Bryan era completamente falsa. A través de la reconstrucción de los hechos, la presentación de los videos de las cámaras de vigilancia y de una serie de testimonios inició un recorrido de 8 meses llenos de audiencias, cambio de jueces, amparos y otros recovecos jurídicos.

Jaqueline pasó muchos días duros, llenos de impotencia y rabia, al interior de la cárcel femenina. A diferencia de Bryan, que en Reclusorio Norte se reunió con Fernando Bárcenas y Abraham Cortés, otros presos políticos que ya cumplen sentencias, Jaquie no contó con ese mínimo respaldo, su llegada debió de ser un proceso demasiado duro. Ser tratada como delincuente, criminalizada, vejada en sus garantías mínimas, deja huellas profundas, pero en ella, además, le dio temple, fortaleza. Este 10 de julio de 2015, tras ser puestos en libertad, ella lucía una entereza que no es común para quien atraviesa la cárcel. Sus palabras, sencillas y claras, lo demuestran: «Estoy bien, aunque no me esperaba la libertad, ahora hay que seguir luchando, porque lo que pasa aquí adentro tiene que ser difundido y tiene que acabarse», comentó ya en plantón instalado frente a la Procuraduría General de la República (PGR).

La no apelación a un amparo concedido a ambos por «falta de elementos para ser consignados» los colocó en la calle de vuelta. La Juez Noveno de Distrito de Amparo en Materia Penal determinó el pasado 22 de junio que no existían ni elementos ni motivos para la consignación de Jaquie y Bryan, por lo que el Juez Trigésimo Noveno Penal del Distrito Federal, juez que los consignó tras su detención ilegal, tuvo que ponerlos en libertad. Sin apelación de otras instancias, este amparo tuvo efectos prácticos este viernes 10 de julio, precisamente en el momento en el que Jaquie salió de la cárcel alrededor de las 16:30 y Bryan abandonó el penal poco después de las 17:00 horas. Lo que siguió fue un emotivo reencuentro en el plantón de Reforma, una breve conferencia de prensa y una improvisada tocada.

La cana y la lleca

Es necesario abordar el tema al que se refirieron constantemente, tanto Bryan como Jaqueline, en sus declaraciones y en sus intervenciones en la conferencia de prensa: la complicada situación carcelaria por la que atraviesan decenas de miles de personas que abarrotan los penales de esta ciudad y de este país. Sin hacer mención directa a otros presos políticos, las palabras de ambos se refirieron a la corrupción de las autoridades penitenciarias, a las bandas criminales que controlan las cárceles y a las pésimas condiciones en las que tienen que sobrevivir día a día las y los presos mexicanos. Este es un giro en la lucha política que ellos sostienen, porque si bien es cierto, hace 8 meses, levantaron la voz en solidaridad con las familias de los normalistas desaparecidos y por su inmediata presentación con vida, hoy, tras este periodo de reclusión, han adoptado también la causa carcelaria, la lucha por derribar los muros de las prisiones.

Todavía con algo de desconcierto tras su salida a la lleca, hicieron referencia a una publicación que realizan diversos presos, no sólo de penales mexicanos sino de otras latitudes, «El Canero». Además, con firmeza, Jaqueline leyó el pliego petitorio de la Coordinadora Informal de Presos en Resistencia, la cual cumple ya 15 días en huelga de hambre. En el video que acompaña a esta publicación podemos escuchar y observar esta tabla de peticiones.

Finalmente, luego de que el equipo de abogados reconociera y agradeciera el acompañamiento que organizaciones sociales, amistades y familiares han hecho de esta lucha, Jaqueline y Bryan anunciaron que seguirán con la huelga de hambre hasta no encontrar otro mecanismo que haga presión para que las demandas del pliego petitorio referido sean cumplidas.

Mientras tanto, en las cárceles mexicanas, decenas de miles de presos pasan sus días resistiendo a las duras condiciones de encierro, a la corrupción de las autoridades correspondientes que en contubernio con diversos grupos criminales controlan los centros penitenciarios y explotan de todas las formas posibles a los reclusos. La lucha por derribar los muros de las prisiones es la lucha de todas y todos.