Un desalojo, Dandara y la resistencia histórica

Por Susana Norman / Centro de Medios Independientes-Guatemala

En la madrugada del viernes 20 de febrero, setenta familias que vivían en el edificio Dandara en la región centro-oeste de São Paulo fueron desalojadas por un operativo de la policía militar. A las seis de la mañana, antes de que saliera el sol, el contingente policiaco ya había bloqueado las dos entradas a la cuadra. Mientras, las familias permanecían en alerta dentro del edificio, analizando posibles estrategias de respuesta ante el desalojo, que podría ser violento. Se analizó la opción de resistir, pero se sabía que habría riesgos. Cuando se resiste, es frecuente que la policía militar use granadas de aturdimiento y gases lacrimógenas para obligarlas a salir de los edificios ocupados. Debido a la presencia de muchos niños, las familias decidieron no resistir esta vez, pero sí exigir camiones suficientes para trasladar sus muebles hacia otra ocupación, que servirá como su nuevo hogar.

Poco tiempo después, con armas de proyectiles de gas apuntando al edificio, un pelotón de la policía militar penetró al edificio supuestamente «en busca de armas o drogas». Las familias aceptaron salir, pero la frustración es grande cuando la policía militar no accede a que representantes de las familias acompañen y supervisen al pelotón. Hay demasiados historias de «siembra» de drogas o de objetos robados, y las familias temen que pase de nuevo.

Fotografía: Susana Norman

Fotografía: Susana Norman

Mientras la policía resguarda la entrada de lo que hasta este momento era el hogar de las familias, estas sólo pueden pasar de cuatro en cuatro para recoger muebles y subirlos al camión que espera fuera, sin más equipo que sus propias manos. Hasta doce horas más tarde logran concluir el traslado, ya con hambre, ya cansados.

El desalojo tuvo varias irregularidades. Una de las más graves fue la ausencia del Consejo Tutelar, que es la figura que en Brasil debe garantizar que los derechos de niños y jóvenes en estado de vulnerabilidad sean cumplidos.

El movimiento Tierra Libre

Dandara había sido ocupado por las familias seis meses atrás, en septiembre de 2014. Hasta entonces, el edificio yacía abandonado por más de 30 años. Los herederos del dueño anterior, quienes pretenden repartirse la herencia, solicitaron el desalojo. Uno de ellos, estuvo presente durante el operativo, acompañando la comandancia de la policía militar.

Fotografía: Susana Norman

Fotografía: Susana Norman

Dandara es un edificio céntrico, y el Movimiento Popular Campo y Ciudad «Tierra Libre» insiste en que las ocupaciones deben ocurrir en el centro, y no solo en la periféria deSão Paulo.

—Tenemos que quebrar la segregación en la ciudad (…) Estas familias no están en condiciones de viajar tres horas para llegar a sus trabajos, que están en el centro. —Afirma un integrante del movimiento.

Las políticas públicas en São Paulo siguen situando a familias «sin techo» en las periférias, mientras ofertas de cultura, transporte público, escuelas y hospitales se concentran en el centro. La enorme ciudad es cada vez más sesgada y la periféria crece cada vez más.

Tierra Libre tiene presencia en siete estados de Brasil y es uno de los muchos y variados movimientos que ocupan tierras y edificios que, según la constitución brasileña, no cumplen su función social. La definición de «función social» puede ser resumida como tierra que no produce, o donde se comprueba existencia de trabajo esclavo; en las ciudades, se refiere a edificios vacios, abandonados por muchos años. La «función social» está disputando el derecho privado a la propiedad. En una ciudad con más de 290 mil edificios abandonados y más de 1.2 millones de personas sin casa, la realidad se vuelve extrema, y la disputa importante.

Desde la década de los 90, la ocupación de edificios abandonados en las ciudades ha sido estratégico para el movimiento social que alerta a la población y al poder público sobre la urgencia de crear políticas públicas más justas, así como garantizar los derechos de la clase trabajadora a un techo y a una vida digna.

Después de las grandes manifestaciones que sacudieron Brasil en junio de 2013, estos movimientos han tenido un nuevo auge, y quienes realizan ocupaciones tienden a ser críticos con los planes gubernamentales de Minha Casa Minha Vida (Mi casa, mi vida –programa de vivienda oficial–) y con el gobierno del Partido dos Trabalhadores (Partido de los Trabajadores, PT).

Dandara, la lucha continúa

La resistencia histórica del pueblo negro en contra de la esclavitud y la explotación es reflejada en el nombre del edificio. Dandara fue una guerrera negra del importante Quilombo de Palmares, quien llegó a unir a más de 30 mil personas que se refugiaron de la esclavización en Alagoas, al norte de Brasil. Junto a Zumbi, ella luchaba contra el sistema esclavista durante el siglo XVII. Mientras que de Zumbi existen muchos relatos, de Dandara hay escasos registros, pero se le reivindica como una mujer ágil, guerrera y capoerista que participaba en las planificaciones estratégicas de resistencia en el Quilombo. Al mismo tiempo que la resistencia contra la esclavitud no pudo ser contenida por la destrucción de Palmares, es evidente que el movimiento que hoy ocupa y resiste en las ciudades no podrá ser contenido con un desalojo.

Fotografía: Susana Norman

Fotografía: Susana Norman

En el caso de Dandara, la continuidad de la resistencia es clara. Las familias habían sido notificadas sobre la orden de desalojo una semana antes e inmediatamente realizaron otra ocupación. Su nuevo hogar será en Pinheros, barrio burgués y céntrico en Sao Paulo, donde existen pocas ocupaciones. Un integrante explica:

La lucha continúa, nos organizaremos más, y habrá más ocupaciones y con certeza más desalojos también. No es posible que en una ciudad en donde se encendieron 60 favelas el año pasado se dé la espalda a la cuestión de viviendas.