El campamento que no podía ser

Fotografías de Rafael Camacho, Gustavo Ruiz, Heriberto Paredes y Jorge Ramos

El día de ayer, 9 de febrero, en una extraordinaria acción de tipo madruguete, profesores de la Sección 22 adscritos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) del estado de Oaxaca, ocuparon un tramo considerable de avenida Reforma. La Ciudad de México, acostumbrada ya al caos vial no esperaba que lo anunciado como una marcha se convirtiera en un plantón y ante ello, la policía capitalina observó sorprendida como –en buen mexicano– le comían el mandado.

Alrededor de 5000 profesores y profesoras se disponían a realizar una manifestación que tenía como objetivo final el Zócalo capitalino, formaron contingentes, sacaron mantas con consignas y denuncias y una vez ocupado el tramo que va del cruce de Reforma e Insurgentes hasta el punto conocido como el Caballito, el magisterio, en lugar de sacar los cocketels molotov, sacó casas de campaña y lonas y se asentó de manera sorpresiva.

Fotografía: Heriberto Paredes

Aproximadamente a las 15:30 fue que sucedió lo inesperado. La policía capitalina, a pesar de haber intentado impedir que la CNTE llegara a la principal plaza del país, no contaba con la opción del campamento como forma de lucha, por lo que se vieron rebasados por el magisterio. Se contaba entre las carpas que adornaron las calles que los radios de la policía estaban saturados en todas sus frecuencias y lo único que se escuchaba era: «Manden a todos los refuerzos, los profes ya sacaron las casas de campaña. Repito urgen refuerzos».

Sin embargo hay que mencionar que en estos intentos por contener la manifestación se violentó por lo menos un derecho básico, el de libre tránsito. En las calles aledañas al Zócalo, la policía cerró calles y comenzó a pedir identificación a las personas que transitaban, y a interrogarles sobre su domicilio; de igual manera violatoria, en las entradas de la capital se impidió el paso a autobuses foráneos o que no fueran de alguna línea de transportes, siempre bajo el pretexto de la «marcha de la CNTE».

En el plano de las exigencias del magisterio oaxaqueño hay que subrayar que una mesa de negociación se estableció desde el comienzo del plantón y que fue una comisión amplia la que representó a la disidencia sindical frente a la secretaría de Gobernación. Las demandas concretas discutidas en esta mesa tienen que ver con el pago de aguinaldos y salarios que por razones políticas no se otorgaron a finales del año pasado, además se exigió la desaparición de la fantasma Sección 59 –creada por el gobierno federal para denostar a la Sección 22– aunque la demanda de mayor peso fue la cancelación de la reforma educativa y la implementación formal de las propuestas educativas que la CNTE ha construido y que de alguna manera se vienen aplicando parcialmente en Oaxaca.

Fotografía: Rafael Camacho

Ante la amenaza de desalojo –sobre todo por las declaraciones del jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, que expresaron concretamente la no tolerancia del plantón– el magisterio estaba en alerta y esta situación generó una especie de tensa calma durante varias horas. Una vez instalada la noche, el frío arreció y las cobijas y dobles chamarras salieron a relucir. El movimiento de la policía antimotines se mantuvo discreto pese a que durante la tarde se habían hecho filas nutridas de granaderos en zonas aledañas.

La espera se prolongó más allá del ultimatum de las 19:00 hrs y fue al rededor de las 23:00 que la comisión negociadora arribó al plantón e indicó que iban a consultar con las bases las propuestas hechas para resolver las demandas magisteriales y que el plantón continuaría pero tal vez con la salvedad de que se cambiaría al Monumento a la Revolución. El éxodo de maestras y maestros ocurrió cerca de la media noche y miles de figuras encobijadas cambiaron sus casas de campaña y colchones inflables a la sede alterna.

Esa a través de esta muestra fotográfica que tratamos de dar cuenta de una de las acciones más interesantes en este comienzo de año. Aunque hubiera sido mucho más interesante que el plantón continuara hasta no ver el fruto de las exigencias planteadas. No será la primera vez que un campamento ocupe Reforma, sólo que en esta ocasión, no se trata de intelectuales a modo o de militantes partidistas que apoyan a un candidato –por no hablar del candidato eterno–, ahora se trataba de profesores, mujeres y hombres, que venían de las distintas zonas de Oaxaca a ensuciar la capital (a veces las redes sociales son muy claras) y por ello, no se les permitiría ni siquiera pasar la noche.

Fotografía: Heriberto Paredes