Ayotzinapa y Cantuta no se olvidan

La rabia nos une.
Es como si nos hiciéramos viento para que esas semillas vuelvan a nacer con otros rostros, con otras miradas, con otros pies para que se caminen y la vida florezca. La rabia nos une.
Fue el estado mexicano, el gobierno municipal al ordenar la ejecución y desaparición de nuestros compañeros, fue el gobierno estatal por permitir que el narcotráfico administre el quehacer poíltico de un gobierno; fue el gobierno federal por no enjuiciar al gobernador cómplice y por responder tardíamente e intentar con la práctica del atole con el dedo, desaparecer la posibiliad de acceder a la justicia. Fue el gobierno mexicano.
Desde Lima, nuestro corazón y nuestra fuerza, hasta encontrarlos.
Vivos se los llevaron, vivos los queremos.

El dolor y la memoria por los desaparecidos se hermana en una gran marcha en Lima, Perú. A la convocatoria de distintos colectivos, principalmente de jóvenes estudiantes, se dieron cita más de 500 personas en el parque Washington para unirse este 20 de noviembre a la Acción Global por Ayotzinapa. Contingentes de distintas universidades y de la sociedad civil limeña marcharon hasta la embajada de México en la capital peruana para manifestar su solidaridad y apoyo a la indignación de la población mexicana, para unirse ante las exigencias de justicia y presentación con vida de los 43 estudiantes de la normal rural Rafael Isidro Burgos de Ayotzinapa en el estado de Guerreo, quienes llevan 60 días desaparecidos por la complicidad del gobierno y la delincuencia en lo que a todas luces es un crimen de Estado.

Los asistentes recordaron en está acción a lxs estudiantes y profesores peruanos de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, mejor conocida como «La Cantuta» debido a la zona donde se encuentra en la periferia de la ciudad de Lima. La madrugada del 18 de julio de 1992 el Grupo Colina –escuadrón paramilitar conformado por miembros activos del ejército peruano bajo las órdenes del mayor Santiago Enrique Martin Rivas– irrumpió en las residencias de la universidad, definida por los oficialistas como un «centro de cultivo de políticas radicales». En el acto, nueve estudiantes y un profesor «sospechosos» de haber participado en la detonación de un coche bomba dos días antes en el barrio de Miraflores en Lima, fueron secuestrados, torturados y asesinados bajo el consentimiento del ejército y del entonces presidente Alberto Fujimori, quien actualmente paga una condena de 25 años en cárcel por este y otros actos de genocidio.[1]

[1] Ver «La cantuta en la Boca del Diablo», documental acerca del caso de lxs estudiantes peruanos secuestrados en 1992.

«Ayer fue Cantuta, hoy Ayotzinapa; México y Perú es la misma lucha» era una de las arengas que más motivaban el grito colectivo de apoyo a la inconformidad y denuncia de los pueblos hermanos. Las movilizaciones de Lima son una muestra del interés y apoyo que internacionalmente nace hacia los reclamos de México, que se empiezan a unir desde las distintas latitudes de América Latina y del mundo.

«México, Perú, América Latina viven situaciones similares» dicen los simpatizantes ante la exigencia por el cese a la represión contra los sectores estudiantiles y populares en la región; la población se siente identificada y obligada a apoyar. Declaran que pedir justicia por unos es un camino hacia el logro de justicia para casos similares en todo el continente.